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BODAS REALES, FELIPE IV Y MARIANA DE AUSTRIA SE CASAN EN NAVALCARNERO. 7 DE OCTUBRE DE 1649

La muerte del príncipe Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV e Isabel de Francia, (más conocida como Isabel de Borbón) el 9 de octubre de 1646, dejó a la Monarquía sin un heredero varón directo lo que ocasionó una grave crisis dinástica, sumiendo al rey en una profunda desazón.  

La situación era grave, Isabel de Borbón primera esposa del rey también había fallecido. Al no existir heredero legal varón, pues el rey viudo solo tiene una hija, la infanta María Teresa, necesita una nueva esposa, joven, prolífica, para asegurar la descendencia.

Mariana de Austria era hija de Fernando III de Alemania y sobrina carnal de Felipe IV. En un primer momento estuvo comprometida con su primo el príncipe Baltasar Carlos, pero tras la muerte prematura de éste, se convierte en la candidata perfecta para su tío. Así que cuando Mariana aun no había cumplido los 15 años, doña Mariana de Austria ratifico su matrimonio, contraído en Viena, con su tío carnal que tenía 44 años, y la misa de velaciones en Navalcarnero.

Elegir Navalcarnero como lugar de boda no se debió a ningún capricho, siguiendo una vieja costumbre, el lugar donde se celebraba una misa de velaciones quedaba exento de impuestos durante un año. Navalcarnero era un pueblo cercano a Madrid, con pocos habitantes, así resultaría mas barato para la hacienda real. Si hubiera sido elegida Madrid, supondría un descalabro para el fisco.

Por esa elección, Felipe IV otorga a la localidad de Navalcarnero, el titulo de Villa Real en 1651. Así lo dice la cédula real de la concesión. Entre los privilegios que le otorgan a la Villa, la de celebrar corridas de toros.

El 7 de octubre de 1649, en el Oratorio de la Casa de la Cadena, donde estuvieron durante dos días, hasta el 9, mientras se realizaban los festejos antes de partir de vuelta a El Escorial. Hubo comedias, danzas, toros, fuegos artificiales, luminarias.

A los dueños de la Casa de la Cadena, llamada así por una cadena que había en la puerta, anclada en dos bolardos de granitos o con remate de bolas herrerianas, los González Ollero, privilegios, exenciones e inmunidades que gozaban sus propias casas y palacios reales.

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