La Plaza de la Puerta del Sol era centro neurálgico para los madrileños desde hacía siglos. Era de dimensiones reducidas con un tráfico creciente. Cuando se trasladó la Gobernación en 1847 a la antigua Real Casa de Correos, la situación se agrava, se hace evidente actuar sobre la plaza. Hasta entonces, se habían acometido reformas tímidas, como retirar la famosa Fuente de las Arpías, más conocida como la Mariblanca, por el remate de la fuente en 1838, el arreglo y nivelación del pavimento y la mejor del alcantarillado. Ese mismo año, 1848 se instaló una gran farola en el centro de la plaza con una altura, magnitud e intensidad de luz de gas que equivalía a 40 faroles comunes, que además de adornar la Plaza, serviría de noche para señalar la dirección de los carruajes, a las diez calles que confluían a la plaza.

El 17 de diciembre de 1852 el Ayuntamiento decide aprobar una serie de alineaciones sobre ciertas calles de la Puerta del Sol, era un cambio lento y barato para hacer reformas urbanas. Las alineaciones fijaban la anchura de las calles, así, cuando una casa se derribaba, el terreno era ajustado a la anchura predefinida, el que quedaba bajo la alineación de la calle se expropiaba. Era un procedimiento lento y no resultaba adecuado. Entonces tenía la plaza 800m2, pero se hizo urgente la reforma, y el 19 de octubre de 1853 se propone desde la Junta Consultiva de Policía Urbana una reforma que la convierta en un rectángulo de cerca de 5000m2. El proyecto definitivo de la plaza es diseño de 1859 de Lucio del Valle.

El 17 de marzo de 1854 ya se había deshecho el asfalto frente a la Iglesia del Buen Suceso, dejando solo una capa de tierra que serviría de base al pavimento que se convertiría en un inmenso lodazal. Se derribó la iglesia, la Inclusa, entre la calle de Preciados y del Carmen.
Sin embargo, a pesar de lo avanzado de los trabajos de derribo, el proyecto no se ejecuta por el golpe de Estado del 28 de junio de 1854, conocido como la “Vicalvarada”, que fue seguido de insurrección popular que no se apaciguó hasta un mes después, dio paso al bienio progresista, 1854-1856. La Puerta del Sol siempre fue lugar de manifestaciones y protestas, así podemos apreciarlo en la pintura de Eugenio Lucas Velázquez.

Tenemos que esperar al año siguiente para nuevas propuestas de reformas de la plaza, mientras ésta, tiene un aspecto espantoso y así se mantendría hasta el inicio definitivo de las obras en 1859.

Fue una obra de envergadura, se derribaron cerca de una treintena de casas. Una vez expropiadas, son demolidas, y se ponen a la venta los terrenos edificables. Los cascotes resultantes fueron a parar al Campo del Moro. Solo quedaron en pie la Casa de Correos y la Casa del Cordero. Los terrenos fueron sobre todo adquiridos por Juan Manuel Manzanedo, marqués de Manzanedo, por eso a la Puerta del Sol se llamó en broma, “el patio de Manzanedo”. Las demoliciones dejaron un aspecto tan desolador que el autor de novelas Ayguals de Izco comparo la nueva Puerta del Sol con “otro Sebastopol bombardeado”.
