El 6 de septiembre de 2007 fallece en Madrid Pablo Sorozábal Serrano, hijo único del compositor vasco-madrileño Pablo Sorozábal, músico y compositor de obras tan afamadas como Katisuska, la Tabernera del puerto y de la popular mezzosoprano, Enriqueta Serrano. Nació en 1934, en la misma noche que triunfaba la zarzuela de su padre, La del manojo de rosas en el Teatro Fuencarral.
Bajo la tutela paterna, obtuvo una excelente cultura humana y artística. Vivió entre Madrid, San Sebastián y la localidad guipuzcoana de Aia. Músico, compositor, escritor, traductor, fotógrafo. Sufrió el ostracismo con el que se condenó a su padre bajo el régimen franquista por haber dirigido la banda municipal durante la República. Tuvo el valor y la integridad de plantarse con las multinacionales del disco que trituraron alguna obra de su padre y defendió su postura en los tribunales con dignidad.
Puso música a los poemas de Miguel Hernández, Alberti, compuso óperas como La Tierra roja, obras corales, himnos, colaboró con su padre en su última zarzuela, Las de Cain, de los Hermanos Arniches y en la adaptación Pan y toros de Barbieri. Entre sus libros, que obtiene el Premio Pío Baroja, están LLoro por King Kong, la calle es mentira y la Última palabra, llevada al cine por Jaime Chavarri como Tierno verano de lujurias y azoteas , con Marisa Paredes y Gabino Diego como protagonistas. Traductor de obras de Kafka, Fontane, del alemán, francés e inglés.

Tal vez sea poco conocido que es el compositor de la musica del HImno de la Comunidad de Madrid, con letra de Agustin Garcia Calvo. Fue una petición del Gobierno de la Comunidad de Madrid en 1983, que fue la ultima comunidad autonoma en constituirse y su entonces presidente, Joaquin Leguina, encargo al poeta y filosofo Agustin Garcia Calvo la composicion del himno, quien acepto por el simbolico precio de una peseta.
A diferencia de otras autonomias que utilizan su himno como Els Segadors en Cataluña, o Asturias, patria querida, en el Principado de Asturias, el himno madrileño es poco conocido y apenas suena en actos oficiales.
Murió por dolencia cardiaca. Con su fallecimiento se quebró otro vínculo con los grandes días de la zarzuela.En el epitafio de Pablo Sorozábal Serrano dejó escrito con gran ironia :
«Mi entierro ha sido emocionante. No han asistido las autoridades, puesto que yo no tengo nombre o por decirlo con más precisión, es mi nombre quien no tiene Yo...»