En el llamado Madrid de los Austrias, todavía podemos contemplar una serie de plazas que aunque hayan perdido con el transcurrir de los años su función original, merece la pena pasear por ellas y mientras nos tomamos unas cervezas o vinos en sus terrazas, podemos cerrar los ojos para trasladarnos a los orígenes de nuestro Madrid.

Es el caso de la Plaza de los Carros, situada entre la Plaza de Puerta de Moros, la Plaza de San Andrés, Costanilla de San Andrés y calle de Don Pedro. Su nombre es sinónimo de su funcionalidad, lugar donde se estacionaban y contrataban los carros, medios de transporte con una, dos y hasta tres mulas, que durante siglos fueron el único medio de abastecer a la Villa. El estacionar en este lugar los carros se debía fundamentalmente a la cercanía con la Plaza de la Cebada, lugar de mercado.

En la plaza destaca el antiguo Palacio del Infantado en la calle de don Pedro, 1, el Colegio Virgen de la Paloma, que tiene su orígen en el antiguo hospicio y asilo de “San Bernardino”. Como curiosidad, hay dos trampantojos, obra del artista, Alberto Pirongelli que simulan dos fachadas de viviendas y arbolado, y en una de ellas, se asoman al balcon, unos personajes muy conocidos, «los Pacos» , eran dos vecinos reales del edificio tan entusiasmados por el proyecto que le pidieron ser inmortalizados allí.
La Plaza fue motivo de una profunda remodelación y de excavaciones arqueológicas en 1983-1984, siendo Alcalde, don Enrique Tierno Galván. En la calle de Don Pedro, antigua calle Alcantarilla, se descubrió en perfecto estado uno de los primitivos « viajes de agua» árabe, sistema que estuvo en vigor en Madrid hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando entraron en funcionamiento las instalaciones del Canal de YII.
El arqueólogo Manuel Retuerce Velasco y la Fundación Madrid Islámico sacaron a la luz el qanat de las Plaza de los Carros, una de las obras de ingeniería hidráulica más antiguas que se han conservado, precursor de los famosos viajes del agua.
El tramo que subsiste bajo la plaza de los Carros es un canal de unos diez metros de longitud, con un lecho de piedras para purificar el agua y un andén lateral de unos 43 cm de anchura que servía para labores de mantenimiento.
Originalmente parece que discurría a cielo abierto y pudo tener relación con el arroyo de las Fuentes de San Pedro, que nacía en la plaza de Puerta Cerrada. Su datación se sitúa entre los siglos IX y XI.
Cuando se llevaron a cabo las excavaciones, se descubrieron además material cerámico del tipo verde manganeso que se encuentra en el Museo de los Orígenes de Madrid y es que esta zona fue un arrabal densamente poblado.

Cuando veais en la acera de la plaza de los Carros una especie de moneda dorada, realmente es una señalización del viaje de las aguas que en esta plaza se acompaña de dos placas situadas junto a los bancos, una propuesta del Centro de Estudios sobre el Madrid Islámico.
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