El 12 de julio de 1799 marcó un hito en la historia de Madrid con la consagración de la ermita de San Antonio de la Florida. Ubicada en la emblemática Cuesta de los Areneros, actualmente conocida como Paseo de la Florida, estos terrenos, en su momento propiedad del marqués de Castel Rodrigo, pasaron a formar parte de los dominios de los reyes Carlos IV y María Luisa de Parma, quienes también tenían su palacete de recreo en la zona.
La construcción de la ermita se llevó a cabo entre los años 1792 y 1798, culminando con la edificación de la capilla palatina, diseñada por el arquitecto italiano Felipe Fontana en un estilo neoclásico sobrio y elegante. Esta capilla fue dedicada a San Antonio de Padua y se convirtió en el centro de devoción de la futura ermita, conocida desde entonces como San Antonio de la Florida. Desde el siglo XIX, este lugar ha sido escenario de romerías, especialmente populares entre las modistillas de Madrid.

Una vez finalizada la construcción, se dio inicio a la decoración interior, encargada al renombrado pintor de la corte, Francisco de Goya, con la colaboración de su discípulo, el pintor valenciano Asensio Juliá. El trabajo de Goya en la ermita alcanzó su punto culminante con la pintura al fresco de la cúpula central, que representa un milagro de San Antonio de Padua. En esta escena, el santo, estando en Padua, resucita milagrosamente a un muerto para que acuse al verdadero asesino de un crimen en Lisboa. Goya capturó magistralmente la atmósfera y la diversidad del Madrid de su época, llenando la escena con personajes de la vida cotidiana madrileña, desde manolos y majas hasta chisperos y chulapos, otorgando así una autenticidad única a la obra. Este fresco se ha ganado el apodo de la «Capilla Sixtina de Madrid».

Hoy en día, la ermita de San Antonio de la Florida es el lugar de descanso final de Goya, y su interior alberga la famosa pila de los alfileres, objeto de devoción popular para las madrileñas que buscan encontrar el amor. Sin embargo, para preservar la ermita y sus valiosos frescos, en la década de 1920 se construyó una ermita gemela contigua, donde se llevan a cabo actividades religiosas, conciertos y se mantiene viva la tradición de los alfileres.
Esta ermita es un tesoro histórico y artístico que sigue cautivando a quienes la visitan, recordándonos la rica historia y la singular belleza de Madrid.