La evolución de Madrid como ciudad moderna estuvo marcada por la necesidad de expansión y la mejora de sus infraestructuras, especialmente con la llegada del ferrocarril en el siglo XIX. El fin de la Puerta de Atocha, el 28 de junio de 1850, marcó un hito en este proceso de transformación urbana.

Durante siglos, Madrid estuvo rodeada por una cerca con puertas y portillos, una medida fiscal y de control que limitaba su crecimiento. Sin embargo, a medida que la ciudad crecía de manera descontrolada, se hacía evidente la necesidad de espacio y nuevas vías de comunicación, como el ferrocarril. La construcción de la Estación de Ferrocarril de Atocha en 1850 fue el catalizador que llevó al derribo de la Puerta de Atocha.

La historia de la Puerta de Atocha se remonta al siglo XV, cuando la primera puerta con este nombre estaba ubicada en el arrabal de Santa Cruz. Más tarde, al trasladarse este acceso cerca de la ermita de la Virgen de Atocha, se le dio el nombre de Puerta de Vallecas por su proximidad al camino que llevaba a dicho poblado. Sin embargo, en 1748, esta puerta fue reemplazada por la primera Puerta de Atocha, una estructura monumental que se erigía en el Paseo de las Delicias.

La Puerta de Vallecas original carecía de interés arquitectónico, siendo una construcción simple de ladrillo con tres arcos de medio punto. Pero con la llegada de la Puerta de Atocha reformada en 1828 por el arquitecto Mariategui, Madrid recibió una entrada digna a la ciudad. Esta puerta estaba adornada con escudos de armas reales y de Madrid, flanqueados por «puttis» y trofeos de guerra, como se muestra en la litografía de Vicente Camarón.

El destino de la Puerta de Atocha cambió con la construcción de la Estación de Ferrocarril. En 1850, se desmanteló para permitir la construcción de una nueva terminal, que sería erigida en 1852. Sin embargo, el derribo definitivo de la puerta y la cerca de Felipe IV tuvo lugar en 1868, marcando el fin de una era en la historia de Madrid.

En 1992, con la remodelación de la Estación de Atocha, se revivió el nombre de Puerta de Atocha al darle ese nombre a la nueva terminal del AVE, honrando así su importancia histórica y su conexión con el desarrollo urbano de Madrid.

Este relato histórico nos recuerda la evolución constante de las ciudades y la importancia de la infraestructura en su desarrollo. Únete a nuestras visitas guiadas al Museo de Historia de Madrid para descubrir más sobre la fascinante historia de la ciudad y sus monumentos emblemáticos.

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