El fatídico 31 de mayo de 1906 marcó un día trágico en la historia de Madrid, con el segundo atentado más sangriento que la ciudad había presenciado hasta entonces. Ese día, mientras la ciudad celebraba la boda del rey Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battemberg en la Iglesia de los Jerónimos, un acto de terrorismo cambiaría la vida de muchos para siempre.

La carroza real, encabezando el cortejo nupcial, avanzaba por las calles principales de Madrid, con numerosos ciudadanos emocionados observando desde las aceras. Sin embargo, en un giro inesperado, Mateo Morral lanzó una bomba de fabricación casera desde el cuarto piso del número 88 de la calle Mayor, desencadenando el caos y la tragedia.

La bomba, camuflada en un ramo de flores, rebotó en el tendido del tranvía y estalló en el aire, cobrándose la vida de 28 personas e hiriendo a más de 100, aunque milagrosamente los reyes salieron ilesos. Morral logró escapar, pero al día siguiente fue descubierto y, durante su captura, acabó con la vida de un guardia antes de suicidarse, dejando tras de sí un misterio sin resolver y una comunidad en duelo.

En memoria de las víctimas y como un recordatorio permanente de la tragedia, se erigieron dos monumentos. El primero, levantado en 1908, consistía en varias esculturas alegóricas y lápidas con los nombres de los fallecidos, rematadas por una columna y la figura de la Virgen del Amor Hermoso. Sin embargo, durante la Segunda República, este monumento fue derribado y la calle Mayor fue rebautizada en honor a Mateo Morral.

El segundo monumento, creado en 1963 por el escultor Federico Coullaut-Valera, es una representación conmovedora de un ángel semiarrodillado de bronce sosteniendo un pergamino con la leyenda «Madrid 1906-1963». Descansa sobre un pedestal de piedra caliza con el escudo de Madrid y la Corona Real de bronce, honrando a las víctimas y manteniendo viva la memoria de aquel fatídico día.

A pesar de los años que han pasado desde el trágico suceso, la ciudad de Madrid sigue recordando y honrando a aquellos que perdieron la vida en el atentado del 31 de mayo de 1906, un evento que dejó una marca indeleble en la historia de la ciudad y en el corazón de sus habitantes.

“En memoria de las víctimas del atentado contra SS. MM. D. Alfonso XIII y Dª Victoria Eugenia el 31 de mayo de 1906”