El empresario Pedro Vilata encargo el proyecto a José Espeliús para un nuevo local de cinematógrafo que se edificará en la calle Génova, 6, siendo inaugurado el 9 de mayo de 1914 con la película «Escuela de Héroes».
Un solar rectangular flanqueado por dos edificios que complicaban los accesos, fueron resueltos estrechando la superficie dispuesta para los espectadores. El edificio fue construido con ladrillo macizo y forjado de hierro, con distribución simétrica.
Espeliús se decanto por el estilo vanguardista, «art nouveau«, con detalles de modernismo catalán. La fachada era de tres alturas, dos de ellas destinadas a vestíbulos y transito de espectadores y la tercera para la cabina y cuarto del proyeccionista.

En la fachada realizo un gran hueco central rematado con arco de medio punto donde instalo grandes cristaleras que daban luz a los espacios y unas gigantescas letras de piedra artificial con el nombre del local «ROYALTI». La parte superior decorada con palmetas, y flanqueando el arco, dos jarrones. El hueco central con cuatro pilastras y sobre la puerta de entrada un balcón con barandilla modernista que servía de marquesina
Una vez dentro del vestibulo principal, muy pequeño, arrancaban dos tramos de escalera, bajo ellas las taquillas y otros vestibulos que servian para desalojar y entrar al patio de butacas por medio de diez puertas laterales.
El patio de butacas tenía una marcada pendiente hacia la pantalla, evitando de esta forma la pérdida de visión, aunque dos columnas de forja que sujetaban el entresuelo suprimían varias localidades de las últimas filas. Contaba con un aforo total de 900 localidades. Interiormente la sala estaba decorada del mismo modo que la portada, esgrafiados modernistas sobre puertas y ventanas y trabajadas barandas de hierro en los palcos superiores.
El techo de la sala era muy alto, tanto que la sensación de perdida espacial se soluciono con grandes lamparas de araña con tulipas de cristal. El techo tenia molduras de escayola y florones del mismo material. La pantalla de grandes dimensiones se encontraba ligeramente alzada del suelo dejando en la parte inferior un hueco para la orquesta que amenizaba las proyecciones e intermedios.
En 1931 se realiza una gran reforma y ampliación por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto. En el año 1935, sus propietarios deciden cambiar el nombre por el de Cine Colón dada su proximidad a esa plaza, aunque el cambio no se produjo hasta 1940.

Lamentablemente su muerte como edificación llegó en el año 1971, al ser vendido y derribado para la construcción de un edificio anodino de oficinas, otro más de los que suplen éstos inmuebles con tanta historia.