Un 1 de noviembre de 1755 la tierra tembló, conocido como el Terremoto de Lisboa, nada menos que 8,5 en la escala Richter, mientras se celebraban el Día de Todos los Santos. Sus efectos se dejaron sentir en toda España y en gran parte de Europa, sobre todo Italia y norte de Marruecos.
Aunque las victimas fueron sobre todo en las zonas de costa donde se formaron tsunamis increíbles, según crónicas, fue en Madrid el primer lugar donde se tomaron medidas oficiales y donde más se escribió sobre el tema. En Lisboa murieron mas de 60.000 personas, y destruyó casi por completo la ciudad. Durante días se sucedieron replicas, incendios y tsunamis.
En Madrid, el temblor hizo tambalear edificios, caer chimeneas, resquebrajar muros y se cayó la gran cruz del Colegio Imperial de los Jesuitas en la calle Toledo y se desprendió la cruz que coronaba el edificio, cayendo encima de dos muchachos que allí se encontraban y provocando su muerte al momento. La Gaceta de Madrid dio noticias de los avatares de la familia real española y de los desgraciados sucesos ocurridos en Lisboa.
Reinaba Fernando VI, hijo de Felipe V, que se encontraba en El Escorial, y la inmensa mole de piedra se estremeció. Duraron los temblores hasta 8 minutos, saliendo todos corriendo al gran patio del monasterio. Los reyes decidieron regresar al Palacio del Buen Retiro en Madrid. El corregidor de la Villa y Corte, decreto una exhaustiva revisión de todos los daños ocurridos en cuarteles, edificios y barrios de Madrid.
Cuatro días después llegaban las noticias de lo sucedido en Lisboa, había preocupación en la corte, el rey portugués Juan I era el hermano de Barbara de Braganza, la reina de España. La familia real portuguesa resulto ilesa, no así el embajador español que falleció con nueve miembros de su familia. Una semana después, Fernando VI enviaba ayuda y víveres a Portugal.
El terremoto de Lisboa hizo correr ríos de tinta durante todo el siglo XVIII, se estudio de todas las formas posibles, desde la poesía, la filosofía, la ciencia. Supuso un antes y un después para la ciencia en Europa, promovió explicaciones como las de Fray Benito Feijoo o Diego Torres Villarroel. Se buscaban razones mas racionales, dejando de lado las tradicionales explicaciones divinas sobre desastres naturales o como Rousseau que atribuyo a causas sociales.
El terremoto, y después un tsunami, dejaron Lisboa completamente destruida, enviando numerosas réplicas que no solo se sintieron por toda la Península Ibérica, sino que llegaron a otros puntos de la geografía europea y africana como el norte de Marruecos o el sur de Italia.