El 4 de octubre de 1877, se estrenó la temporada de ópera del Teatro Real, que contó con la participación del gran tenor del Roncal, Julián Gayarre, y la soprano Elena Sanz, quienes encandilaron al público y al joven rey Alfonso XII.
Elena Sanz triunfó como cantante de ópera, pero su nombre pasó a la historia más por su relación con el rey que por su profesión. Fue una especie de reina en la sombra, llegando a tener dos hijos con el monarca, aunque su historia y la de sus hijos se desarrollaron alejados del Palacio. Poco se sabe sobre los orígenes de Elena Sanz y su fecha de nacimiento. Se dice que su familia era pobre pero tenía cierta vinculación con la nobleza, ya que un primo hermano de su padre era el Marqués de Cabrera. Otros afirman que Elena nació en Cádiz y siendo muy niña se trasladó a Madrid, donde ingresó en el colegio de Las Niñas de Leganés, un centro que procuraba una buena educación a familias sin recursos. En dicho colegio pronto destacó por su voz e ingresó en el coro del centro.
Su fama traspasó los muros del colegio y llegó al Palacio. La reina Isabel II quiso promocionarla e ingresó en el Real Conservatorio, donde comenzó a recorrer el mundo en la Compañía de Adelina Patti. Mientras tanto, en España, se restauraba la monarquía con la figura de Alfonso XII, quien se casó con su prima Mercedes. Sin embargo, Mercedes murió repentinamente, convirtiéndose en una figura mítica. Esta tragedia sumió al monarca en una depresión, llevándole al Teatro Real donde conoció a la bella Elena y poco después la convirtió en su amante. Tras esta aventura, el rey pidió a Elena Sanz que abandonara la profesión y compró un piso cerca del Palacio para ella.
Sin embargo, el rey necesitaba una nueva esposa que le diera un heredero. Por ello, eligió a la austriaca María Cristina de Habsburgo, de gran rectitud moral, a quien el pueblo bautizó como «Doña Virtudes». Durante esos años, el monarca llevó una doble vida. Por su parte, Elena solo se ausentó de Madrid para que sus embarazos no resultaran escandalosos. En 1880 nació en París Alfonso, y en 1881, Fernando. A pesar de que el rey tuvo más amantes, nunca le retiró la pensión a Elena que recibía de la Casa Real.
El monarca falleció a los 28 años, dejando a su esposa María Cristina encinta. Mientras se esperaba el nacimiento del futuro heredero, la reina regente decidió cortar la pensión que Elena recibía. Sin embargo, Elena no se dio por vencida y, con ciertas pruebas que le había enviado el rey durante su romance, negoció con el Ejecutivo y finalmente consiguió una gran suma de dinero que le permitió a ella y a sus dos hijos instalarse en París.
En 1898 falleció Elena. Tras la mala administración de su capital, sus hijos descubrieron que no tenían ninguna herencia. Decidieron emprender una batalla legal para que España les reconociera como hijos del rey, pero no consiguieron nada. Alfonso emigró a Estados Unidos y Fernando vivió en Francia trabajando en un taller. La hija de Alfonso, María Luisa Sanz, hizo públicas en 2006 algunas de las cartas de sus abuelos, Alfonso XII y Elena. Con este acto, solo quería reivindicar la figura de su abuela y el amor que le profesó el rey en cartas donde escribía: «Idolatrada Elena: cada minuto te quiero más y deseo verte… No tienes idea de los recuerdos que dejaste en mí. Cuenta conmigo para todo… A los nenes un beso de tu Alfonso».
Desde Callejearte Madrid esperamos que esta secreta historia de amor, dobles vidas e hijos en secreto os haya gustado y os animéis a vivir en vivo y en directo la historia de Elena Sanz en nuestras rutas por el Madrid Musical.
