La madrileña calle de Isabel la Católica, situada junto a la Gran Vía, llamada así desde 1858, tuvo anteriormente otros nombres pero sobre todo fue conocida por calle de la Inquisición, porque en el siglo XVII allí estuvo el Santo Oficio y sus calabozos. En el siglo XVIII Sabatini construyó para el rey Carlos III el nuevo edificio del Tribunal de la Inquisición, en la calle Torija, muy cerca, donde estuvo hasta 1830. Cuando desapareció la Inquisición de la calle Isabel la Católica, se construyeron viviendas, pero en muchas quedaron sótanos que fueron calabozos en otros tiempos.

Pero nosotros viajamos en el tiempo y nos vamos a principio de siglo XX, más exactamente, 1904, cuando había en esta calle Isabel la Católica, en el nº 2, una cacharrería que inauguró Antonio , el bisabuelo, ahora ya está la cuarta generación. Se vendía de todo, cacharros, forja, ruedas de esparto, muebles, sillas, papel. Tras la Guerra Civil, en los años 40, ya el abuelo, Marcelino Arjona, se centra en la cerámica artística, y los restos que quedan de la antigua cacharrería, sirven de atrezzo a las piezas cerámicas.
Trabajan con tres provincias principalmente, Toledo,( Talavera, Puente del Arzobispo), Valencia y Castellón ( Manises, Alcora) y Granada. Poseen piezas antiguas de grandes maestros como Emilio Niveiro, Juan Ruiz de Luna, que abarcan iconografía desde el siglo XIII al XIX, con alguna que otra pieza más moderna del siglo XX. En el techo, una lámpara de aceite antigua, reciclada a luz eléctrica ilumina unos carteles publicitarios de la Exposición Universal de Barcelona, 1929, auténticas joyas.

La pieza más valiosa, un jarrón de 1916 de Emilio Niveiro con diseños del Renacimiento, montería, grutescos, florales. Hay dos imágenes votivas con técnica de arista, San Antonio y la Virgen, de hace unos 80 años. La fachada es de Niveiro de 1904, y el relleno de alrededor son azulejos de derribos de palacios e iglesias. Desgraciadamente, en el lado izquierdo de la fachada había un panel de azulejos con la Virgen del Puerto que desapareció por vandalismo.

Según el Ayuntamiento, es un «establecimiento centenario«,así reza la placa de bronce, diseño de Antonio MIngote, una iniciativa de la Cámara de Comercio, 1994.

Obras de gran calidad y de diferentes procedencias, trabajados en pequeños talleres de Talavera de la Reina, Toledo, Puente del Arzobispo, Alcora en Castellón, Manises en Valencia, Sevilla, Onda, Ribesalbes, Granada, los mismos proveedores de siempre, que siguen trabajando con tornos de rueda, con hornos de leña, con baños de vidriado de estaño y de plomo, con pigmentos naturales. Cuencos, tazas, jarras, vasos, fuentes, azulejos, cada pieza original ,reproduciendo formas y dibujos antiguos.
José Senespleda es el actual propietario, tras cuatro generaciones, continúa manteniendo la tradición de vender aquellos objetos que fueron de uso común y son ahora elementos de ornamentación.