La Posada del Peine, un icónico establecimiento hotelero en el corazón de Madrid, ha sido testigo de innumerables historias a lo largo de los siglos. Su cierre el 28 de febrero de 1970 marcó el fin de una era, pero su legado perdura en la memoria de la ciudad.
Fundada en 1610 por Juan Posada, la Posada del Peine se erigió como uno de los primeros y más antiguos hoteles de España. Situada estratégicamente entre las calles de Postas, San Cristóbal y Marqués Viudo de Pontejos, este pintoresco hotel se convirtió en un refugio para los forasteros que llegaban a Madrid.
Una de las curiosidades que distinguía a la Posada del Peine era la presencia de un peine en cada habitación, un detalle de distinción para los clientes que simbolizaba el compromiso del hospedaje con la comodidad y el servicio. Estos peines, sujeto al lavamanos, se ofrecían a los huéspedes como una cortesía para su uso durante su estadía.
Durante siglos, la Posada del Peine fue un lugar emblemático en el corazón de Madrid. En 1796, los hermanos Espino adquirieron el edificio y realizaron importantes expansiones y renovaciones. Con el paso del tiempo, el hotel se convirtió en un complejo de tres edificios con estilos arquitectónicos diversos, fusionando historia y modernidad en su estructura.

A lo largo de su historia, la Posada del Peine albergó a huéspedes notables, desde la esposa de Bécquer hasta el pintor Gutiérrez Solana y el escritor Camilo José Cela. Sus 150 habitaciones ofrecían una variedad de opciones para los viajeros, con las habitaciones más caras situadas en los balcones, valoradas por su ventilación y luminosidad.
Una de las habitaciones más enigmáticas de la Posada del Peine era la número 126, que ocultaba una alacena y una escalera estrecha que conducía a una habitación sin ventana ni puerta. Esta peculiaridad alimentaba las leyendas y las anécdotas en torno al hotel.
El 28 de febrero de 1970, tras el fallecimiento de su dueña, la Posada del Peine cerró sus puertas, pasando a manos de una institución religiosa que no se hizo cargo del edificio. Posteriormente, la Relojería Girod adquirió el edificio y colocó un reloj en el templete, dando un nuevo uso al espacio.
En el año 2004, la cadena Petit Palace Hoteles adquirió la antigua Posada del Peine y, tras una profunda reforma, reabrió sus puertas en 2006. Hoy en día, este encantador hotel ofrece 71 habitaciones de lujo, perfectamente ventiladas y con precios que oscilan entre los 120 y los 200 euros, preservando así su legado histórico y su encanto único.
Explorar la historia de la Posada del Peine es sumergirse en el pasado fascinante de Madrid y descubrir los secretos que alberga uno de los hoteles más emblemáticos de la ciudad.

