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Jesús sin Techo: Una Escultura Conmovedora en la Catedral de la Almudena

¿Alguna vez has pasado cerca de la Catedral de la Almudena y no has notado una escultura llamativa que representa a un hombre envuelto en una manta, descansando en un banco de la calle? Esta obra conmovedora, titulada «Jesús desamparado», es una creación del escultor Timothy Schmalz, y su presencia no deja indiferente a quienes la contemplan.

La estatua fue bendecida por el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, el 29 de mayo de 2016, justo antes de la solemne Misa del Corpus. Se encuentra ubicada en el lateral de la Plaza de San Juan Pablo I, cerca de la entrada a la Catedral por la calle Bailén. La figura representa a Jesús, envuelto en una manta ligera, mostrando solamente los pies marcados por los clavos de la crucifixión. Por esta razón, también es conocida como «Jesús mendigo» o «Jesús sin techo». Realizada en bronce, tiene el tamaño de un hombre promedio y está firmada por el escultor Timothy Schmalz, con el año 2016.

La inspiración detrás de esta obra conmovedora proviene de la experiencia personal del escultor. Schmalz presenció a una persona sin hogar durmiendo en un banco durante las fiestas navideñas, lo que lo llevó a crear esta escultura como una forma de llamar la atención sobre la difícil situación de las personas sin techo. En sus propias palabras, «cuando vemos a los marginados, deberíamos ver a Jesucristo», haciendo referencia a un pasaje del Evangelio de Mateo (25:35-36), que habla sobre el deber de ayudar a los necesitados.

La versión original de esta escultura, creada en 2013, se encuentra en el Regis College, un colegio teológico jesuita en Toronto, Canadá. Desde entonces, se han instalado alrededor de un centenar de réplicas en diferentes lugares del mundo, incluyendo Cuba, Brasil, República Dominicana, Australia, India, Irlanda, el Vaticano, Madrid y Barcelona.

La presencia de esta escultura en la Catedral de la Almudena invita a la reflexión sobre la importancia de la solidaridad y el cuidado hacia los más necesitados, recordándonos que cada acto de bondad hacia los demás es, en última instancia, un acto hacia Cristo mismo.

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