En el contexto de la efervescencia que trajo consigo el establecimiento de Madrid como capital por el rey Felipe II en 1561, nació uno de los más grandes literatos de la historia española: Félix Lope de Vega Carpio. Su bautismo, un 6 de diciembre de 1562 en la Iglesia de San Miguel de los Octoes, marca el inicio de una vida que dejaría una huella imborrable en la literatura y la cultura española.

Félix de Vega Carpio, oriundo del Valle de Carriedo en las montañas de Santander, llegó a Madrid junto a su esposa Francisca Fernández Flores a principios de 1562. Aunque su matrimonio había pasado por dificultades debido a los devaneos de Félix, la reconciliación llegó con el nacimiento de su hijo, quien recibiría el nombre de Félix en honor al día de San Lope, el 25 de noviembre.

El bautismo del pequeño Félix tuvo lugar en la parroquia de San Miguel de los Octoes, siendo sus padrinos Antonio Gómez y su esposa Luisa Ramírez. La familia se estableció en la Puerta de Guadalajara, en una zona bulliciosa y llena de vida, caracterizada por sus gremios, artesanos y comerciantes. Calles como Bordadores, Coloreros, Tintoreros y Cuchilleros eran testigos de la actividad constante de la época.

La Iglesia de San Miguel de los Octoes, mencionada en el Fuero de Madrid desde 1202, era uno de los diez templos originales de la ciudad desde el siglo XIII. Sin embargo, sufrió graves daños durante el incendio de la Plaza Mayor en 1790 y las reformas urbanísticas de José I llevaron a su derrumbe definitivo. En su lugar, se erigió la Plaza de San Miguel, un centro de actividad comercial que alberga el mercado cerrado construido en 1916.

El legado de Lope de Vega trasciende su nacimiento en la antigua Iglesia de San Miguel de los Octoes. Sus contribuciones a la literatura española, especialmente en el ámbito del teatro, lo convierten en una figura insigne del Siglo de Oro español, cuyo impacto perdura hasta nuestros días.