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EL MADRID MAS OSCURO, EL CRIMEN DE LA CALLE DE LAS BEATAS

Viajamos en el tiempo para conocer un hecho luctuoso ocurrido en el siglo XVIII en la calle de las Beatas, que debe su nombre a un beaterio dedicado a Santa Catalina de Siena, en la actual Plaza de los Mostenses, donde hubo un convento de San Norberto de los Premostenses. Hoy la calle es conocida como Antonio Grilo. La calle de las Beatas hacía de línea divisoria entre dos barrios: el de el Rosario y el de la Plazuela del Gato, correspondiendo ambos al “Quartel de Afligidos.

Eran las «beatas» terciarias de Santo Domingo, unas monjas sin clausura, modestas, que iban tocadas de blanco que paseaban por mercados y casas nobles solicitando limosnas. Una de las anécdotas que se cuentan de esta comunidad, es que una de las monjas era muy hermosa y fue rondada por don Rodrigo Calderón, conde de la Oliva, valido de Felipe III. Las monjas le rechazaron con la contundente frase: «tal vez se apague mañana la estrella que brilla hoy«. Y efectivamente asi fué, porque don Rodrigo murió en el patíbulo en la Plaza Mayor de Madrid.

Comenzó siendo una zona apartada, alegre y de aire sano, muy frecuentada por nobles y gente adinerada que comenzaron a construir algunas casas, Poco a poco las Beatas se va poblando y en ella se instalan varios artesanos y comercios, incluidos franceses. En el siglo XIX se fue industrializando la calle con negocios como fabricas de cuerdas y de velas de sebo.

Pero también había casas de «mujeres de vida airada», tabernas, fondas, lugares de reunión secretas, pensiones, una academia de música, un baile público llamado «La Amistad», nombres de calles y travesias como “Aunque os pese”, «Enhoramala vayas» y «Sal si puedes» que se debían a contiendas y disputas entre vecinos, auguraban malas sombras en la zona. En 1840, durante la gran remodelación del callejero que hizo el Marqués de Pontejos, se les cambió el nombre por considerarlos ridículos.

Pero retomamos nuestra historia. Una noche de 1776, reinando Carlos III, volvía un matrimonio con su hija de paseo por el barrio, cuando en la calle de las Beatas, se encontraron a un hombre tendido en el suelo cubierto de sangre. Los médicos sólo pudieron confirmar su fallecimiento por arma blanca.

Cuando la policia empezó a indagar el asunto, se identificó al muerto, era vecino de la zona, un hortelano llamado Diego, casado con dos hijas y fama de hombre honrado. No parecía tener relacion con asuntos delictivos, pero siguiendo el reguero de sangre llegaron hasta la Parroquia de San Sebastián, oculto y ensangrentado en el coro se encontraba el sacerdote que fue trasladado a la Carcel de Corte.

¿A qué se debía tan horrible suceso? ¿Qué podía haber motivado que el sacerdote matara a puñaladas al hortelano?.

Resultó que el cura se habia enamorado de la esposa del hortelano que era modista y le cosia las sotanas, y la rondaba con serenatas. Diego comenzó a increpar al cura con frases como ¡menudo sinvergüenza, este ni es cura ni es na, y mañana ira a celebrar misa! y el sacerdote decidió acuchillarlo.

Fue todo un escándalo, la primea vez que un sacerdote era sometido a un proceso civil sin tener que esperar que actuase la justicia eclesiástica. Habitualmente la Iglesia trasladaba a estos «curas descarriados» a otras parroquias. En esta ocasión se le condenó a muerte pero la sentencia no se hizo efectiva, el rey Carlos III intervino en el proceso y le perdonó.

@callejeartemadrid #rutascallejeras #madridoscuro

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