Mariano La Gasca y Segura, una figura destacada en la historia de la botánica, dejó una marca indeleble en el Real Jardín Botánico de Madrid, donde su memoria perdura a través de una estatua en piedra que honra su legado. Conozcamos más sobre este eminente científico del siglo XIX y su influencia en el mundo de la botánica.
Nacido el 4 de octubre de 1776 en Encinacorba, Zaragoza, Lagasca provenía de una familia católica acomodada. Aunque inicialmente se encaminó hacia estudios eclesiásticos en Tarragona, su pasión por la medicina y la botánica lo llevó por otro camino. Tras completar sus estudios de medicina en Zaragoza, continuó su formación en Valencia y Madrid, donde su interés por la botánica comenzó a florecer.
En 1801, Lagasca emprendió un viaje a pie desde Valencia hasta Madrid, recolectando plantas para su herbario en el camino. Este herbario se convertiría en su carta de presentación al llegar al Real Jardín Botánico de Madrid, donde tuvo la fortuna de conocer a Antonio José Cavanilles, un destacado botánico y médico de la época, quien se convirtió en su mentor. Su colaboración con Cavanilles incluyó la coedición del libro «Descripción de ciertas plantas del Real Jardín Botánico de Madrid», junto a José Demetrio Rodríguez.
Tras la muerte de Cavanilles en 1807, Lagasca fue nombrado vicedirector del Real Jardín y posteriormente ocupó el cargo de catedrático de botánica en la Universidad Central. Sin embargo, su carrera se vio interrumpida por su participación como diputado en las Cortes durante el Trienio Liberal, lo que lo llevó al exilio.
Durante su exilio en Londres y Jersey, que duró 11 años, Lagasca continuó trabajando incansablemente en el campo de la botánica y publicando sus investigaciones. A pesar de las dificultades, logró mantener su pasión por la ciencia vendiendo herbarios para subsistir.
En 1834, Lagasca regresó a España y recuperó su posición como director del Real Jardín Botánico de Madrid. Durante sus últimos años, dejó un legado perdurable en el mundo de la botánica, especialmente con su obra sobre criptogamia, que incluye una clasificación única de helechos y musgos.
El Real Jardín Botánico de Madrid sigue siendo un testimonio vivo del legado de Mariano Lagasca, un científico visionario cuyo trabajo continúa inspirando a generaciones de botánicos y amantes de la naturaleza. Su contribución al mundo de la botánica perdura a través de los siglos, recordándonos la importancia de la investigación científica y la preservación de la biodiversidad.
