Sumérgete en una travesía a través del tiempo mientras descubrimos la rica historia del Palacio de Viana, una joya arquitectónica con más de cuatro siglos de existencia. Desde sus humildes comienzos en el siglo XVI hasta convertirse en un símbolo de la aristocracia y la política de Madrid, cada rincón de este palacio cuenta una historia única.
En 1501, doña Beatriz Galindo, conocida como «La Latina», decidió dedicar el resto de su vida a obras religiosas y de caridad tras enviudar de don Francisco Ramírez de Madrid. Fundó el Monasterio de la Concepción Jerónima, junto al cual construyó una modesta casa señorial, que con el tiempo se convertiría en el Palacio de Viana que conocemos hoy.
Inicialmente una casa de una sola planta con dos edificaciones escalonadas y un estilo plateresco, el Palacio de Viana fue testigo de los cambios de propietarios y transformaciones arquitectónicas a lo largo de los siglos. En el siglo XVII, pasó a manos de los Ramírez de Saavedra, quienes ampliaron el edificio y cerraron el patio interior, creando un cuadrilátero que define su estructura actual.
En el siglo XIX, el Duque de Rivas, Angel María de Saavedra y Ramírez de Baquedano, poeta romántico y político destacado, se enamoró del palacio y encargó al arquitecto Javier Mariátegui su remodelación. La fachada neoclásica que vemos hoy en día es resultado de esta reforma, que también incluyó la creación de un parque arbolado de estilo romántico en el antiguo huerto del convento vecino.
El palacio se convirtió en un centro aristocrático y político durante la era de Alfonso XII y Alfonso XIII, siendo rebautizado como «de Viana» en honor al Duque de Rivas. En 1955, el Estado adquirió el palacio, y en la década de 1960, se llevó a cabo una exhaustiva restauración y decoración a cargo del arquitecto Feduchi.
Hoy en día, el Palacio de Viana sigue siendo un testimonio vivo de la historia de Madrid, cautivando a visitantes de todo el mundo con su arquitectura impresionante y su rica herencia cultural.
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