Callejeando por el barrio de Chamberí, en la calle General Arrando 17, nos encontramos con un curioso edificio en cuya fachada un cartel anuncia el Instituto Oftálmico Nacional.
Indagando descubrimos que fue un centro pionero y especializado de oftalmologia en 1896 y que fue ampliado en 1902 por el arquitecto Jose Urioste y Velada.
En origen era de carácter benéfico, gracias al legado de don Francisco de las Herrerías y del Arco que en su testamento expreso el deseo de que el centro fuera publico. Hoy esta englobado en el Servicio Madrileño de Salud.

Durante el corto reinado del Rey Amadeo de Saboya, su virtuosa esposa doña María Victoria fundó en Madrid varios establecimientos benéficos, como el Asilo de Lavanderas. Uno de ellos fue este consultorio para enfermedades de la vista que se estableció en el colegio de Nuestra Señora de Loreto, calle Atocha 1, tras ser derribado, se traslada a la calle de Santa Isabel, 3 y posteriormente a la calle Santa Barbara 2 . Finalmente en 1903, se estrena este flamante edificio de la calle General Arrando. Se conocía popularmente como «El Asilo de Amadeo«.
El nuevo edificio tenía tres plantas y dos patios interiores, capacidad para cien camas. En la planta primera estaba la capilla (mantiene su lugar original), el quirófano ( hoy biblioteca), salón de juntas ( sede de la colección histórica con el retrato del benefactor, placas de mármol recordando a sus directores y a los monarcas que colaboraron con la institución), habitaciones para enfermos distinguidos, ocho salas para pacientes, comedor, lavabos y cuartos. de enfermeros.
en la planta baja habia dos salas de espera, una para hombres y otra para mujeres, una sala de consulta, sala de refraccion, camara de oftalmoscopia, laboratorio histopatológico, farmacia, almacén de ropa, el despacho del director y sala de profesores.
Separados del resto de la planta se hallaban los dormitorios de las hermanas de la Caridad, y las dos salas para enfermos contagiosos, una para cada sexo. En el sótano se ubicaban las dependencias de servicio del Instituto: lavadero, cocina, despensa, almacén, carbonera y los baños.
Se trataba de un edificio moderno para la época, por contar con un sistema de calefacción por vapor a baja presión, luz eléctrica, gas y agua corriente.