Estamos en pleno reinado de Felipe V, el rey francés que quiso embellecer la capital, además de ofrecer al ciudadano servicios de necesidad como el abastecimiento de agua. Para ello contó con buenos artífices como Pedro de Ribera arquitecto, natural de Lavapiés, maestro de obras reales. Se inició desde la Guerra de Sucesión y se convirtió en la mano derecha del corregidor, I marqués de Vadillo, don Antonio Salcedo.
Una de las muchas obras del arquitecto en Madrid fue la Fuente de la Fama,realizada entre junio de 1731 y mayo de 1732, una hermosa labra de granito que remata el escultor Juan Bautista.
El rey la financió a base de subir impuestos, así quedo reflejado el día que fue inaugurada con la instalación de un letrero colocado por iniciativa popular que decía: «Deo volente, rege survente et populo contribuiente, se hizo esta fuente» («Dios lo quiso, el rey lo mandó y el pueblo lo pagó»).
Su enclave original fue la plaza de Antón Martín, razón por la cual fue conocida inicialmente como Fuente de Antón Martín, pero hoy en dia se la conoce como Fuente de la Fama. Este emplazamiento inicial explicaría el cercano Restaurante de la Fama en la zona de Atocha.

Inicialmente la Fuente de la Fama estuvo ubicada en la plaza de Antón Martín, por eso recibió este segundo nombre, Fuente de Antón Martín, entre los madrileños. Esto explica que a escasos metros de la plaza de Antón Martín hoy esté el restaurante Fuente de la Fama.
Los vecinos de la zona solicitaron al Ayuntamiento sustituir la fuente por una farola que iluminara la plaza, así se desmontó y se trasladó al barrio de Lavapiés y después se guardó en los almacenes municipales.

En el siglo XX se restaura y se sitúa en el Parque del Oeste, en el mismo lugar donde ahora se levanta la Fuente Juan de Villanueva. En 1941 se sitúa en los Jardines del Arquitecto Ribera, a la trasera del Museo de Historia de Madrid, antiguo Hospicio de San Fernando y el Ave María, obra a su vez del mismo arquitecto, de 1726 con una de las fachadas más espectaculares de Madrid.
La fuente está formada por un pilón en forma de trébol cuatrilobulado, sobre él descansan cuatro delfines surtidores. En el siguiente vaso, cuatro niños, edad de la inocencia y de la infancia con conchas sobre sus cabezas y entre los ornatos, el escudo de Madrid.
Y rematando todo el conjunto, la figura de la Fama, una victoria alada soplando la trompeta, simboliza que a pesar del triunfo, la fama no perdura, se impone el «carpe diem». Todo ello en piedra granítica, salvo las esculturas que son de piedra caliza. En 1995 se restauró y limpió.