En el Madrid del siglo XVIII, bajo el reinado de Felipe V, la capital española experimentaba una transformación arquitectónica notable, gracias a la visión de artistas como Pedro de Ribera, un arquitecto destacado que dejó su huella en la ciudad. Una de sus obras más emblemáticas es la Fuente de la Fama, un monumento que aún hoy evoca la grandeza de aquella época.
La Fuente de la Fama, concebida entre junio de 1731 y mayo de 1732, es una obra maestra labrada en granito, culminada por el escultor Juan Bautista. Financiada por el rey Felipe V a través de la elevación de impuestos, su inauguración fue un evento significativo, marcado por un letrero colocado por iniciativa popular que expresaba: «Deo volente, rege survente et populo contribuiente, se hizo esta fuente» («Dios lo quiso, el rey lo mandó y el pueblo lo pagó»).

Inicialmente situada en la plaza de Antón Martín, la fuente recibió el nombre de Fuente de Antón Martín, pero con el tiempo se la conoció como Fuente de la Fama. Posteriormente, debido a la solicitud de los vecinos, fue trasladada al barrio de Lavapiés y luego almacenada por el Ayuntamiento. En el siglo XX, tras una restauración, encontró su hogar en el Parque del Oeste, antes de ubicarse finalmente en los Jardines del Arquitecto Ribera, detrás del Museo de Historia de Madrid.
Este monumento es una obra de arte en sí misma, compuesta por un pilón con forma de trébol cuatrilobulado, adornado con delfines surtidores y figuras infantiles portando conchas sobre sus cabezas. En el centro, se erige la figura de la Fama, una victoria alada que simboliza el triunfo y la fugacidad de la fama, recordándonos la importancia de aprovechar el momento presente.
La Fuente de la Fama, realizada principalmente en piedra granítica con esculturas de piedra caliza, ha sido restaurada y preservada a lo largo de los años, siendo objeto de cuidados en 1995 para mantener su esplendor original.
Explorar este monumento es sumergirse en la historia de Madrid y apreciar el legado artístico de Pedro de Ribera, cuya contribución a la arquitectura y el embellecimiento de la ciudad perdura hasta nuestros días.
