
Desde principios del siglo XX, Madrid ha tenido muy pocos escrúpulos al perder joyas arquitectónicas que marcaban su personalidad. Hoy vamos a recordar una de ellas: la Pagoda perdida de Miguel Fisac, una sede de los Laboratorios JORBA, construida por este arquitecto manchego en 1965 a la salida de Madrid, en un costado de la Nacional II, hoy A-2. Sin embargo, en julio de 1999, la Pagoda del arquitecto Fisac, que se había posicionado como referente de obras de excelencia, desapareció tras el embate de una pala excavadora. La oposición de gran parte de los profesionales del sector sugirió que dicha desaparición había sido orquestada por el propio arquitecto.
Con este proyecto, Fisac demostró una gran brillantez, con una propuesta que eliminaba los límites espaciales y las restricciones de presupuesto, ya que el coste fue el más elevado entre las obras coetáneas. Miguel Fisac era un experto en hormigón, material que para él no debía estar semioculto en estructuras o cimientos, sino bien visible, destacando su carácter funcional pero expresivo a la vez. Para este edificio, utilizó lo que llamó «vigas hueso», piezas huecas de hormigón prefabricadas, de sección triangular, que permitían cubrir grandes luces con barras de acero. Gracias a estas vigas hueso, se aligeraba el peso de la cubierta, se resolvía la impermeabilización y se conseguía una entrada de luz cenital uniforme.
El edificio más destacado era la torre exenta, conocida como «Pagoda», que albergaba las oficinas de los laboratorios. Tal como quería Fisac, la torre sería un reclamo publicitario para todos los que circulaban por la carretera. Para llamar la atención, giró cada planta 45° respecto a la anterior y enlazó cada envolvente mediante hiperboloides de hormigón. Aquel edificio, tan moderno para la arquitectura española, tras 25 años de actividad, fue derribado y relegado al olvido. Las causas fueron variadas:
Fisac mencionó ser atacado por dirigentes del Opus Dei al cortar su vínculo con la organización religiosa después de 20 años de relación. Un ataque que se puso en marcha a través del Ayuntamiento, donde el alcalde era Álvarez del Manzano. Sin embargo, la teoría más creíble y realista fue la especulación inmobiliaria y la mala práctica administrativa. El edificio no fue protegido en el Plan de Urbanismo de 1997, y dos años después, los nuevos propietarios, el Grupo Lar, decidieron que no les merecía la pena mantenerlo y optaron por derribarlo para construir uno más grande y rentable. De poco valieron las protestas. Los Laboratorios Jorba desaparecieron, como tantos otros, del rico patrimonio de la capital. Aún hoy, hay una iniciativa para recoger firmas a favor de la reconstrucción del proyecto de Fisac en los terrenos del antiguo Hospital del Aire de Madrid.
Tras haber dado a conocer la Pagoda perdida de Miguel Fisac, Callejearte Madrid quiere con este post sumarse a la protesta por la pérdida del patrimonio artístico de Madrid y darlo a conocer a través de sus rutas por la ciudad. ¿Te apuntas?