Cada 27 de julio en Madrid, se vive un milagro en el Convento de la Encarnación, de origen real. Una ampolla con la sangre de San Pantaleón se licua. La tarde anterior, el 26 de julio, comienza su proceso de licuefacción donde la ampolla cambia de sólido color pardusco a líquida y roja. Es un día donde miles de personas desfilan por la iglesia, agolpándose para apreciar en primera persona la ampolla del santo y la materialización de un misterio que, aunque estudiado por la Inquisición, sigue siendo inexplicable. Sin embargo, se rumorea que cuando el milagro no se produce, vaticina algún tipo de desgracia, como ocurrió en julio de 1936.

La reliquia madrileña fue donada por el papa Pablo V (1550-1621) al virrey de Nápoles, don Juan de Zúñiga, esposo de la condesa de Miranda. La hija de ambos, doña Aldonza, profesó en el Convento de la Encarnación de Agustinas Recoletas en 1611, llegando a ser priora del mismo y llevando como dote de novicia esta preciosa reliquia de la sangre de San Pantaleón.

Origen de San Pantaleón

El nombre de San Pantaleón significa en griego «el que se compadece de todos». San Pantaleón fue un santo del siglo III d.C., nacido en Nicomedia, actual Turquía. Trabajaba como médico de Augusto Valerio Maximiano y fue amigo del emperador Diocleciano.

Al ver cómo algunas curaciones de sus colegas médicos cristianos no tenían explicaciones, sino que eran milagrosas al invocar el nombre de Jesús, San Pantaleón se convirtió al Cristianismo. A partir de ese momento, se dedicó en cuerpo y alma a la curación y consuelo de los más pobres. Denunciado por sus colegas ante el emperador, fue sometido a torturas y finalmente decapitado un 27 de julio del 305. Sin embargo, sus seguidores recuperaron su cuerpo. Dice la tradición que recogieron con algodones la sangre del santo y la guardaron en distintas ampollas que terminaron repartidas por todo el continente. Su reliquia más importante se conserva en Ravello (Italia).