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¿Conoces la frase : «matar el gusanillo»?

Esta frase tan conocida entre nosotros, «matar el gusanillo» encierra una realidad de enfermedades y epidemias que asolaban las poblaciones provocando un gran mortandad. Querríamos pensar que eran otros tiempos pero actualmente, estamos viviendo una pandemia y desde Callejearte Madrid queremos recordar el origen de esta frase tan popular.

Madrid, como otras grandes ciudades, sufría epidemias de «cólera«, causada por la bacteria «Vibrio Cholerae«. Lo provocaba el agua contaminada, las frutas y las verduras mal lavadas. El cólera se manifestaba con vómitos, diarrea, dolor abdominal, y a consecuencia de ello, el enfermo moría de deshidratación. Ante esta epidemia, la población presa del pánico, huía al campo abandonando a sus seres queridos y propiedades.

Madrid padeció cuatro grandes epidemias de cólera en el siglo XIX. Al desconocer el origen de la pandemia se usaban métodos variopintos para evitarla, todos ineficaces. Desde el humo del carbón , al vino o el aguardiente, la nuez moscada, el pimentón, los cigarros balsámicos, las fajas , las colonias anticoléricas, hasta los más exóticos: los polvos de víbora…

Se aconsejaba desayunar inmediatamente y bien; un buen chocolate o un vaso de leche azucarada. Estar en ayunas era peligroso, ya que la saliva tenía perniciosos parásitos y estos morían en cuanto se tomaba algo de alimento. Sin embargo, el chocolate era un producto caro, así como la leche azucarada y el pan con aceite y es por eso que los madrileños empezaban el día con algo más barato: el aguardiente llamado según sus zonas de procedencia: Ojén, Cazalla, Chinchón

Con copas de aguardiente es como «mataban al gusanillo» ya que creían que vivía en el estómago. Este era el heredero del desayuno de los «bodegones de puntapié» del XVII, cuando se trasegaba aguardiente tan contundente que llevaban nombre de toreros famosos como: anís «El Bombita», «Machaquito», también llamado «matagusanos».

El consumo del «aqua ardentis» era tan popular que la Real Hacienda trato de monopolizara su venta, como el tabaco y los naipes, interviniendo en su comercialización desde 1632 hasta el siglo XIX.

En Madrid, el Estanco de Aguardiente estuvo primero en la calle Valverde, nº4, y después en la Fábrica que el arquitecto Manuel Ballina construyó en la calle Embajadores, aunque por poco tiempo, ya que el Estado concederá a la Condesa de Chinchón los derechos de su elaboración. En 1809, José I, el «Rey Intruso«, convirtió la sede de Embajadores en la Real Fábrica de Tabacos.

En la imagen detalle de la obra «Tres hombres a la mesa, el almuerzo» de Diego de Velázquez 1617-1618 podemos ver una muestra de como el aguardiente era protagonista en todos los desayunos y almuerzos madrileños.

Diego Velázquez 016.jpg
Tres hombres a la mesa, el almuerzo. Velázquez (1617-1618)

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