Madrid ha cambiado mucho, tanto que a veces cuesta imaginarlo como era hace apenas doscientos años. Una de las actuales arterias urbanas, de las más importantes de la capital, el Paseo de la Castellana, era un frondoso bosque donde se alineaban arboles enfilados dando sombra a uno de los manantiales más famosos por la calidad de sus aguas ligeras, «la Fuente de la Castellana«, situada donde hoy se encuentra la Plaza de Emilio Castelar.
Unas riberas sombreadas que fueron urbanizadas a partir de 1807. En 1830, el arquitecto mayor de Madrid, Francisco Javier Mariatégui ( diseñador de la Fuente de los Galápagos del Retiro, anteriormente situada en el Red de San Luis), trazó andenes para paseantes a pie y terrizos.
La obra quedó terminada en 1834, y recibió el nombre de Nuevo Paseo de las Delicias de la Princesa, en honor a la futura reina Isabel II, entonces una niña, para distinguirlo del Paseo de las Delicias del Rio, que sigue existiendo con el nombre de Paseo de las Delicias y nos lleva al sur, al río Manzanares.
Nuestro Paseo de las Delicias de la Princesa se extendía desde la ya desaparecida Puerta de Recoletos, a la altura de la Plaza de Colón, hasta la Fuente de la Castellana, actual Plaza de Emilio Castelar, como ya hemos comentado. Allí de nuevo Mariatégui diseñó un Obelisco debajo del cual se encontraba el manantial y entre estos lugares y a la altura del Paseo de Eduardo Dato, que se llamaba entonces, Paseo del Cisne, se encontraba la Fuente del Cisne.
Podemos imaginarnos este paseo recorrido por calesas, berlinas, donde la nobleza y lo más florido de la población cortesana se dejaba ver. Los aristócratas, no ya de sangre, sino del dinero, surgidos de la banca, el ferrocarril, el comercio, como Narciso Bruguera, que en 1844 hizo construir el primer palacete de este tramo, la llamada Casa de Bruguera, esquina del Paseo con la actual calle Goya.
La Casa Bruguera tenia una particularidad en su fachada en la que campeaban columnas de la derribada Iglesia del Buen Suceso de la Plaza de la Puerta del Sol, derribada por los años de la reforma de dicha plaza.

Fueron años de muchos cambios, urbanísticos y demográficos lo que vivió Madrid. La población entre 1846 a 1857 pasa de 200.000 a 281.000, lo que obligó a proyectar el futuro ensanche de la ciudad. Para ello, empezaron derribando la «Cerca de Felipe IV«, construida en 1629, que era la última que comprimía la ciudad, y permitiría al desaparecer, que creciera el espacio urbano para esa población en aumento.
Callejearte Madrid te acerca a través de sus rutas callejeras al origen de Madrid y el origen del Paseo de la Castellana