En el contexto de la Guerra de Sucesión Española, (1701-1714), el Archiduque Carlos, gracias al apoyo de los ejércitos de la Gran Alianza en su reclamación al trono español frente a Felipe V de Borbón, que había sido el elegido por el rey Carlos II de España como su sucesor en 1700, entró por primera vez en Madrid.
La ofensiva partió de Portugal y del Principado de Cataluña, en cuya capital, Barcelona, Carlos III de España como se había proclamado el archiduque había fijado su corte. Llegó a Madrid el 29 de junio y el 2 de julio fue proclamado rey. En Toledo, el cardenal Portocarrero celebró un «Te Deum» en su honor. Pronto el recién proclamado monarca se percató de que su presencia levantaba muchos recelos, solo nueve nobles le prestaron obediencia, más tres notables y 15 miembros del alto clero. Pero muchos nobles no fueron a jurarle fidelidad, todos deseaban conservar su honra y mudar de príncipe. Un mes después, Carlos III abandonó Madrid en dirección a Valencia, donde solo recibió el apoyo de la reina viuda Mariana de Neoburgo.
El 3 de agosto de 1706 entraron de nuevo las tropas borbónicas y con ellas Felipe V, que había abandonado Madrid ante la inminente llegada del ejercito aliado. Durante tres días se dedicaron al saqueo y al robo de las casas de los acusados, con razón o sin ella, de ser austracistas. Después siguió la represión oficial. Un 7 de agosto, en la Plaza Mayor de Madrid, fue quemado el pendón utilizado en la proclamación del Archiduque como rey y un retrato suyo. Felipe V decretó la persecución, destierro y confiscación de los bienes de los partidarios del Archiduque.