Del latín «per fumum», que significa «olor que procede del humo», el perfume tiene una historia que se remonta al Paleolítico Superior. Nuestros ancestros ya quemaban maderas y resinas para complacer a sus divinidades. Hace más de 1000 años a.C., los egipcios, griegos y romanos elevaron el perfume a la categoría de arte. Las fórmulas de fabricación eran celosamente guardadas y heredadas de padres a hijos, siendo vendidas en tiendas especializadas llamadas «tabernaes ungüentarias».
El lujo también estaba presente en los recipientes, que tenían nombres tan exóticos como aríbalos y alabastrones. Estos podían ser de alabastro, pasta vítrea, y los más asequibles eran de vidrio. Los perfumes eran una mezcla de maderas, resinas, flores, plantas, aceites vegetales, grasas animales y cera de abejas.
Usos Principales del Perfume
El perfume se usaba principalmente para el aseo personal, para atletas, ofrendas a los dioses, en ritos funerarios y de uso diario por todas las clases sociales. Desde tiempos inmemorables, el perfume nos ha acompañado, formando parte de nuestra memoria, experiencias y vivencias, desde la cuna hasta la tumba.