En pleno corazón de Madrid, en la Plaza de Ramales nº 1, con vuelta a las calles de la Amnistía y Vergara, muy cerca del Palacio Real y la Catedral de la Almudena, se levanta la Casa-Palacio de Ricardo Agustín, un edificio que hoy vuelve a lucir con todo su esplendor.

Su impulsor fue Ricardo Agustín Ortega, conde de Dávila, banquero y empresario inmobiliario nacido en Ciudad Real en 1875. En 1905 contrajo matrimonio con la aristócrata Elvira Zulueta, cuya importante dote le permitió construir en 1916 una elegante casa-palacio en Vitoria. Sin embargo, apenas pudieron disfrutarla, pues su esposa falleció un año después.

En 1920, Ricardo Agustín encargó al arquitecto Cayo Redón Tapiz la reforma y ampliación de un edificio de viviendas ya existente en Madrid para convertirlo en su residencia. Las obras se prolongaron hasta 1922, aunque el conde no se instaló en la casa hasta los años 30.

Lo más llamativo de la construcción es su torreón de estilo medieval, que recuerda a las casas-torre de ciudades italianas. Para levantarlo, se añadió un quinto piso sobre las cuatro plantas originales. La fachada principal, orientada a la plaza, fue cuidada con especial esmero: cuatro huecos de balcones en cada piso y, en la nueva planta, un grupo central de tres vanos acompañado de otros dos en las esquinas. Los balcones, separados por pilastras ricamente decoradas y con balaustradas de piedra, aportan equilibrio al conjunto. En las esquinas, se añadieron terrazas ajardinadas, desde las que se disfruta de una vista privilegiada de Madrid.

Las rejerías, molduras y pinturas murales fueron obra del artista Agustín Espí Carbonell. Como detalle singular, en la esquina de la calle Vergara se conserva una pequeña capilla con una “virgen rinconera” iluminada por un farol, una Dolorosa que constituye la única imagen de este tipo que se mantiene en Madrid, vestigio de la tradición de colocar imágenes devocionales en las esquinas de las casas.

La Casa-Palacio de Ricardo Agustín está declarada Bien de Interés Protegido por la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. Desde este mes de julio, tras un proceso de recuperación integral, podemos admirar nuevamente el edificio en todo su esplendor.

Un apunte histórico añade aún más interés a su emplazamiento: la Plaza de Ramales ocupa el lugar donde estuvo la iglesia de San Juan Bautista, templo en el que, según la tradición, fue enterrado Diego de Velázquez. Aunque sus restos han sido buscados en varias ocasiones sin éxito, en el lugar se levanta hoy una cruz de Santiago, en memoria del pintor sevillano.