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FLORA VILLARREAL, UNA COSTURERA DE ALTURA. CONFERENCIAS EN EL MUSEO DEL TRAJE. DOMINGOS DE DICIEMBRE

Ayer, Callejeartemadrid tuvo el privilegio de asistir y disfrutar de la conferencia que el gran Lorenzo Caprile realizó sobre el “Vestido de Flora Villarreal”.  Aún os queda el domingo 22, a las 12:30 para disfrutar de esta pieza del mes, un precioso vestido largo de fiesta de seda con bustier, cuerpo de sirena y quillas en seda perlada de los años 50, realizado por la gran Flora Villarreal.  

La moda en la España de los años 50 está influenciada por la apertura paulatina del turismo y la difusión regular de programas de televisión, revistas femeninas, cine y publicidad que fomentan la entrada de modas internacionales. Fotógrafos como Pando o Vicente Nieto realizan campañas comerciales en diferentes rincones de Madrid para marcas y tiendas de moda.

Las películas norteamericanas rodadas en Madrid promueven el diseño de alta costura española en grandes mitos de la historia del cine como Ava Gardner, quien vivió en Madrid quince años y fue clienta de Balenciaga. Del mismo modo, el vestuario para los rodajes de estas películas se producía y confeccionaba con equipos españoles, en sastrerías como Cornejo o Peris. La vida social de la capital, desde las grandes recepciones en los más elegantes salones, hasta las fiestas de la farándula, está marcada por las creaciones que salieron de estos salones de alta costura.

 EISA (Balenciaga), Pedro Rodríguez, Asunción Bastida, Manuel Pertegaz, Elio Berhanyer, Herrera y Ollero, Vargas Ochagavia, Marbel, Lino, Natalio o Emmanuel, entre otros muchos nombres de la alta costura, encuentran en Madrid la ciudad perfecta para realizar su oficio y crear la imagen de la alta sociedad madrileña, además de modular la imagen que desde países extranjeros se tiene de Madrid. Poco se habla de la gran Flora Villarreal, ( 1894-1977).

Natural de Miranda de Ebro, en su localidad de origen han tardado 50 años en rendirle homenaje, poniendo nombre a una plaza. Mujer reservada, ha pasado de puntillas por la historia de la moda, pese a ser coetánea de Pertegaz, y la costurera favorita de la alta sociedad. Un ave libre que gozo de honores de los colegas de profesión en esta etapa dorada de la moda española.

Se la recuerda sobre todo por el vestido de novia de la entonces duquesa de Montoro, Cayetana Fitz-James Stuart, el traje mas antiguo que se conserva de 1947. Un vestido de color marfil, con encajes de aguja en seda y lino, a punto duquesa de Bruselas y falda de varias capas de tul superpuestas, como complemento, diadema de brillantes y perlas de la emperatriz Eugenia de Montijo, su tía bisabuela. Fue su tía Sol quien la dio a conocer el taller de Villarreal. La boda mas cara del mundo, 20 millones de pesetas, con la II Guerra Mundial recien terminada, la prensa del régimen fue muy crítica.

Pero Flora, hizo mucho más que trajes de novias, fueron 50 años de trayectoria, entre la aristocracía madrileña, como: la marquesa de Casarriera, la de Romanones, la de Floridablanca, la duquesa de Santoña y por supuesto, la duquesa de Alba.

En su tarjeta se presentaba como “costura”, para ella tenía un significado más profundo y cercano a la Alta Costura que modista.  Ella se veía diferente, no era una modista de cambiar un cuello o poner una cremallera. Era creativa, sus clientas iban a su taller a ver sus desfiles. Sus precios eran altísimos, era más caro que el de sus colegas, su prestigio enorme y la gente se sentía cómoda con ella. también vistió a artistas de Hollywood, como Grace Kelly, Elizabeth Taylor, la Lollobrigida.  Sin embargo, no existe constancia de estos diseños de Villarreal adquiridos por el star system.

Su padre era ferroviario, eso y el carácter de ciudad de paso de su pueblo, influyeron en su espiritu viajero. con 14 años, les plantea a sus padres que quería aprender costura. No había antecedentes en su familia.  En 1908 se traslada a Vitoria, aprende en el taller de Rosario Landa. Una década después decide probar suerte en Madrid, creando su propio taller, con 24 años.

De la calle Villalar se mudó a Monte Esquinza 6, allí estuvo hasta el comienzo de la Guerra Civil.  Tras el conflicto se muda a la Avenida del Generalísimo 9, hoy Paseo de la Castellana, a una primera planta, donde fijo la marca hasta que se retiró en 1968.

Tenia probadores y los talleres de Fantasía (para la mujer), sastrería (trajes sastre, chaquetas, abrigos,) la Boutique con complementos.  Estaba también el despacho y administración de su esposo, Adolfo Cotelo, que dejo su trabajo en Energía e Industrias Aragonesas para llevar el negocio de su esposa.

En una primera etapa hizo lencería y ajuares de novia, pero ante la demanda de otra prenda, sobre todo trajes, tiene que abandonar esta producción.  Tuvo mas de 100 empleadas a su cargo. Su negocio se basaba en idear sus propios diseños mientras confeccionaba al mismo tiempo bajo licencia.  Era lo habitual en la época, así trabajaban Dafnis, las Hermanas Molinero, reproduciendo piezas de Valentino.

Flora iba dos veces al año a Paris, gracias a su carnet de compradora adquiría modelos que elegia en los desfiles, compraba lo que quería, con su entrada de profesional tenia derecho a tres modelos que venían con todas las instrucciones para hacer la prenda y una lista de proveedores donde comprarlo todo.  No se podían cambiar o sustituir los tejidos, ni comercializar con los patrones. Era una medida de la Cámara Sindical de la Costura Francesa para proteger las creaciones de los diseñadores.

Aunque sus precios eran caros, eran más baratos que los de Paris. Su fama cruza el Atlántico, y se refleja en la revista Vogue: “…Dos veces al año, la señora Villarreal va a París y compra para sus clientes, principalmente de las grandes casas de Givenchy, Chanel y Balmain”.

El precio por una copia hecha a medida y bellamente encajada era una grata sorpresa.  El diseñador Christian Dior fue uno de sus favoritos.  Llegaron a decir, “Cuando una de sus clientas se iba a París y se hacía un Dior, luego comentaba que estaban mucho mejor hechos los de Flora”.

Solía estar en los desfiles de Nina Ricci, Givenchy, Lanvin-Castillo, pero nunca en Balenciaga, nunca quiso copiarle, solo se acercaba a los pases para felicitarle. Tuvo una gran amistad con Cristóbal, que se trasladó a su forma de concebir el diseño, sobre todo a sus vestidos camiseros, entallando los vestidos como Balenciaga, por debajo de la línea de la cintura.

Al igual que el modisto vasco, Flora era muy reservada, no era asidua a entrevistas, era muy exigente, metódica, rigurosa, siempre era ella quien cerraba el taller, tenía espíritu perfeccionista, pero era muy comprensiva con sus empleados, y entendía lo que era conciliar el trabajo y su entorno personal, tuvo cinco hijos.

Falleció el 11 de noviembre de 1977. Seguramente ese mantenerse al margen de la Cooperativa de Alta Costura Española, influyo en que su obra no tuviera la proyección internacional de otros colegas como Elio Berhanyer.  Que la firma no tuviera continuidad tras su retiro en 1968 es otra causa.  Se conservan pocos diseños de ella, el Museo del Traje es el único que guarda diseños suyos: cuatro vestidos de novia, dos trajes de chaqueta, varios vestidos de fiesta cortos y largos, un vestido de embarazada, y el look nupcial de la duquesa de Alba.

También el que muchos de los trajes de Flora están vigentes y se sigan poniendo, hace que sigan en las perchas particulares. Son creaciones atemporales.  Tanto su familia, como sus empleadas y sus clientas han querido evitar que la memoria de Flora Villarreal caiga en el olvido.


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