María Luisa Fernanda de Borbón y Borbón, nacida el 30 de enero de 1832 en el Palacio Real de Madrid, fue la segunda y última hija de Fernando VII y la princesa María Cristina de Borbón y de las Dos Sicilias. Aunque su infancia estuvo marcada por las intrigas palaciegas durante la regencia de su madre y la Primera Guerra Carlista, nunca fue proclamada Princesa de Asturias a pesar de ser hermana de Isabel II, quien accedió al trono.

Su matrimonio con Antonio de Orleans, hijo menor del rey de Francia, se celebró en 1846 en el Palacio Real de Madrid, junto con la boda de Isabel II y su primo Francisco de Asís. Sin embargo, la revolución de 1848 en Francia los obligó a exiliarse primero en Holanda y luego en España, estableciéndose en Sevilla, donde adquirieron el Palacio de San Telmo.

En San Telmo nacieron sus nueve hijos, pero la pérdida de cuatro de ellos en la infancia sumió a Luisa Fernanda en un luto perpetuo. A pesar de haber sido desplazada de la sucesión al trono español tras el nacimiento de la infanta Isabel, siempre apoyó a su esposo en sus aspiraciones políticas.

El distanciamiento con su hermana Isabel II se agravó cuando el esposo de Luisa Fernanda fue expulsado de España en 1868. A pesar de regresar a España en 1870, las esperanzas de su esposo por el trono español se frustraron con la elección de Amadeo de Saboya como rey.

Luisa Fernanda vivió una vida marcada por el sufrimiento y la devoción religiosa. Su amistad con la escritora Fernán Caballero y su entrega a la caridad y la religión fueron aspectos destacados de su vida. Tras su fallecimiento en 1897, fue enterrada en el Panteón de Infantes de El Escorial, dejando como legado el Parque de María Luisa en Sevilla y convirtiendo su palacio en un seminario.

Una anécdota curiosa es que las farolas conocidas como «fernandinas» llevan inscrita la fecha de 1832, año de nacimiento de Luisa Fernanda.