Efemérides

La Trágica Despedida de Mariano Fortuny en Roma: Un Genio que Desafió los Límites del Arte

Con tan solo 36 años, Mariano Fortuny y Marsal nos dejó en Roma, víctima de una hemorragia estomacal, aunque su partida fue precedida por una profunda depresión desencadenada por la falta de libertad artística impuesta por su propio éxito y su contrato con el marchante Goupil. Hoy, su legado lo posiciona como uno de los grandes maestros del siglo XIX, cuya grandeza artística y éxito internacional solo ha sido igualado por Sorolla.

La influencia de su pintura se extendió ampliamente, atrayendo discípulos, seguidores e imitadores. A pesar de sus humildes comienzos, criado por un abuelo artesano y escultor de figuras de cera, Fortuny recibió formación en la Lonja de Barcelona, donde se perfeccionó en el arte del dibujo, su herramienta primordial. Sus viajes a Italia y Marruecos, donde plasmó las campañas militares del duque de Prim, lo inspiraron profundamente, especialmente la fascinación por la luz africana.

En Madrid, el estudio de la pintura española clásica, así como su encuentro con el orientalismo popularizado por Delacroix, moldearon su estilo. Tras establecer relaciones comerciales con Goupil, Fortuny comenzó a producir pinturas de género, como su famosa «La Vicaría» (1870), lo que lo catapultó a la fama y revalorizó sus obras de manera extraordinaria.

Sus viajes por Sevilla y Granada lo sumergieron en el mundo islámico, explorando nuevamente la luz natural que tanto lo fascinaba. En Roma, disfrutó de una etapa de mayor libertad artística, alejándose del «Tableautin» y expresándose con un verismo vibrante, destacando su obra «Playa de Portici». La maestría de Fortuny merece ser apreciada en el Museo del Prado, donde su creatividad y libertad de expresión continúan cautivando a generaciones.


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