El Cristo de los Alabarderos, conocido como el Santísimo Cristo de la Fe, ha sido una figura icónica que ha evolucionado a lo largo de los siglos, marcando la historia y las tradiciones religiosas de Madrid.
Desde sus inicios en el siglo XVII, esta talla barroca ha sido venerada en la Iglesia de San Sebastián, ubicada en el pintoresco Barrio de las Letras. Su conexión con los «alabarderos», el cuerpo de guardia especial encargado de proteger a los reyes, le otorgó un estatus especial en la sociedad madrileña de la época.
La historia de esta venerada imagen ha estado marcada por la creación de varias tallas a lo largo de los años. Desde la original, que comenzó a procesionarse en 1753, hasta las sucesivas tallas realizadas por destacados escultores como Ángel Monasterio y José Piqué, cada una ha dejado su huella en la tradición religiosa de Madrid.
Sin embargo, los avatares de la historia, como la Guerra Civil española, dejaron su marca en la historia del Cristo de los Alabarderos. La destrucción de la iglesia de San Sebastián en 1936 y la pérdida de la imagen original fueron momentos oscuros en la historia de esta venerada tradición.
Pero la fe y la devoción nunca se desvanecieron. Gracias al esfuerzo de la familia Ximenez y la intervención de destacados líderes religiosos y militares, como el reverendo don Luis López Melero y el General César Muro Benayas, la tradición del Cristo de los Alabarderos se reavivó en el siglo XXI.
La creación de una nueva talla en 2001 por el escultor José Antonio Martínez Horche marcó el renacimiento de esta antigua tradición. Esta talla, inspirada en las primeras imágenes del Cristo de los Alabarderos, recupera la esencia y la devoción de sus predecesoras, manteniendo viva una parte importante del patrimonio religioso de Madrid.
Hoy en día, la procesión anual del Cristo de los Alabarderos es un evento destacado en la Semana Santa madrileña. Con un trono majestuoso y portado por fieles devotos, esta imagen sigue inspirando fe y devoción en todos los que tienen el privilegio de presenciar su paso por las calles de Madrid.
En resumen, la historia del Cristo de los Alabarderos es un testimonio de la perdurabilidad de la fe y las tradiciones religiosas a lo largo del tiempo, y su legado continúa siendo una parte integral de la identidad cultural de Madrid.

