La Casa de la Villa, un emblemático edificio madrileño, encierra historias que se remontan a su fundación en el siglo XVI. Este lugar, que ahora sirve como sede del Ayuntamiento, guarda secretos y detalles arquitectónicos que narran la evolución de la ciudad.
El origen de este histórico edificio se remonta al siglo XVI, cuando el corregidor Antonio García de la Cuadra ofreció su casa para albergar las reuniones del Concejo, tras ser expulsados de una sala de la iglesia de San Salvador. Años más tarde, en 1620, se erigió la Casa de la Villa en el solar del primitivo palacio del Marqués de Vallecerrato, bajo el diseño del arquitecto Juan Gómez de Mora.
Con una arquitectura que refleja la influencia del barroco madrileño del siglo XVII, la Casa de la Villa destaca por sus fachadas en ladrillo, granito y pizarra, que exhiben un estilo propio de la época. La fachada principal, frente a la plaza de la Villa, presenta una distribución simétrica, mientras que la fachada hacia la calle Mayor, reformada por Juan de Villanueva, exhibe una elegante logia dórica que ofrece vistas panorámicas.
A lo largo de los siglos, el edificio ha sido objeto de diversas reformas y ampliaciones, destacando la restauración realizada por Lucio Oñoro Domínguez en el siglo XX. Actualmente, aunque no es visitable para el público en general, alberga obras de arte significativas, como la estatua original de la Mariblanca, ubicada en la Puerta del Sol.
Uno de los espacios más destacados de la Casa de la Villa es su Salón de Plenos, que ha sido testigo de importantes decisiones que han marcado la historia de Madrid. Decorado con más de 60 frescos pintados por el artista Antonio Palomino en el siglo XVII, este salón refleja una alegoría de la monarquía, con el retrato del rey Carlos II en el medallón central.
Además, la Casa de la Villa alberga el Salón Goya, con su techo original del siglo XVII y una réplica del famoso cuadro de Goya, «Alegoría de la Villa de Madrid». Otros espacios destacados incluyen el Patio de Cristales, con coloristas vidrieras del siglo XIX, y la Saleta de la Paloma, que alberga obras de arte religioso de gran valor histórico.
Aunque la Casa de la Villa ya no alberga las funciones administrativas del Ayuntamiento, sigue siendo un lugar emblemático que merece ser visitado para conocer la rica historia y el patrimonio artístico de Madrid.

