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La Revolución de los Baile de Asalto: Una Moda Cubana que Conquistó Madrid

En el último tercio del siglo XIX, la clase adinerada de Madrid descubrió una nueva y emocionante diversión traída de Cuba: los «bailes de asalto». La gracia de estos eventos estaba en invitar a una serie de personas a una casa sin que el dueño lo supiera hasta unas pocas horas antes.

En Cuba, debido a su carácter espontáneo y hospitalario, estas «fiestas» eran muy frecuentes. Los hijos de los nobles llevaban a cabo la conspiración, reuniendo a amigos durante días para acordar la fecha del asalto, guardando gran sigilo. Así, los dueños de la casa serían sorprendidos por cientos de invitados a los que tenían que agasajar. Todo estaba preparado de antemano: la música, la orquesta y el buffet de Lhardy o del Café Suizo.

Las crónicas de la «prensa rosa», como las de Asmodeo, utilizaban un lenguaje bélico para describir el «baile de asalto», hablando de resistencia, huestes, ataques, invasión, fortaleza y defensores, en una lucha divertida y sabrosa. Lo peor era que las normas de la buena sociedad obligaban a poner buena cara y no resistirse.

En casas más modestas, se imitaba la novedad pero se limitaba a invitar a familiares y amigos más íntimos, agasajándolos con té o chocolate y bailando al son de un piano.

Pero había algo peor que los «bailes de asalto»: los «bailes de capa», también una moda procedente de Cuba. Consistía en que una señora que bailaba, en vez de entregar algún obsequio personal, colocaba en los hombros del favorecido una capa, lo que significaba que él tendría que pagar los gastos de otro baile en la misma casa. Podríamos llamarlo un «baile de gorra»…

Callejearte Madrid continúa descubriendo costumbres y tradiciones curiosas.

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