Madrid fue escenario de la Corte de Enrique IV porque contaba con diversos alicientes, entre ellos su estratégica ubicación geográfica, su poderoso Alcázar y la reserva de caza cercana, El Pardo.
La Villa fue un escenario polifacético para la Corte de Enrique IV a la que albergó tanto en momentos de calma y sosiego como en otros convulsos y difíciles. Madrid fue testigo de fiestas cortesanas, pero también de conspiraciones políticas en torno a un soberano acosado por poderosos enemigos. Vivió momentos destacados de la vida del rey; el nacimiento de su hija Juana, e incluso su muerte.
Fue su residencia, porque sentía especial aprecio por Madrid, muestra de ello es que le concediera el título de «noble y leal». En estas circunstancias, la Villa se encaminó hacia la Edad Moderna con paso firme y seguro, que no dejaba de augurar los muchos favores con que la Historia iba a recompensarla sin demasiada tardanza.
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