¿Sabías que el inicio de la historia de los Agentes de Seguridad Privada se remonta a 1849, tras la Segunda Guerra Carlista? En esos tiempos reinaba Isabel II, siendo presidente del Consejo de Ministros, D. Ramón María Narváez Campos, duque de Valencia. Su origen nació de la figura histórica del “guarda de campo jurado”, cuya principal misión era controlar los cotos, villas, fincas, parques, pequeñas áreas rurales privadas y estaban bajo la dirección e inspección de alcaldes.
Sin embargo, bajo el reinado de Alfonso XII se modificó la regulación de éstos, que pasan a llamarse “Guardas Jurados” y quedan bajo la dirección de la Guardia Civil, cambiando su placa por “Guarda Jurado”, y el nombre del empleador. El Guarda Jurado hacía tareas de control y salvaguardia que la Guardia Civil no podía hacer.

En 1882 con la Ley del Enjuiciamiento criminal, a los guardas de campo jurados se les consideró parte de la policía judicial, como auxiliares del ministerio fiscal y los jueces de instrucción. En 1900 se unificó el uniforme, similar al de los empleados del Retiro de Madrid, que son los genuinos guardas jurados con su nombramiento municipal. Únicos en todo el país que conservaron íntegramente el uniforme.
Al poco de acabar la Guerra Civil, ya durante la Dictadura, surgió un decreto que autorizaba a las empresas un uso interno de un cuerpo de seguridad. Se abrió paso entonces a la protección de empresas. Las primeras empresas que emplearon guardias jurados fueron las industrias petroleras, como Campsa quien formó en España el primer cuerpo privado de guardas jurados armados con el famoso «chopo” un revolver y cinturón de balas para ambas armas. Se unió la Renfe y después Bancos.
A finales de los 60 principios de los 70, los guardias jurados empezaron a ser considerados parte fundamental para la seguridad y es entonces cuando comienza la época moderna del guardia jurado y junto a ello la renovación de la normativa. En 1969, se creó un servicio de vigilantes jurados en las Cajas de Ahorro y Monte de Piedad.