A mediados del siglo XIX, Madrid intentó sumarse a la moda de las grandes galerías comerciales cubiertas, inspiradas en ciudades como París, Londres o Milán. Sin embargo, lo que prometía ser un símbolo de modernidad se convirtió en un experimento fallido.
Uno de esos proyectos fue el Pasaje Comercial La Equidad, hoy desaparecido pero con un legado que aún resuena en el actual Pasaje Matheu, en pleno centro de la ciudad. Este rincón, ahora repleto de bares y restaurantes, tuvo un pasado de lujo, con tiendas exclusivas y cafés de inspiración francesa.

El nacimiento de un pasaje de lujo
Si paseas por los alrededores de la Puerta del Sol, es probable que entres sin darte cuenta en el Pasaje Matheu, una calle peatonal que conecta Espoz y Mina con la calle Victoria. Lo que hoy es un punto gastronómico, en el siglo XIX fue una innovadora galería comercial impulsada por el inversor Manuel Matheu.
Matheu adquirió los terrenos tras la desamortización de Mendizábal en 1836, cuando el convento de Los Mínimos de la Victoria fue demolido. Con la ayuda del arquitecto Antonio Herrera de la Calle, diseñó un elegante pasaje cubierto con una gran bóveda de cristal de tres metros de altura, sostenida por una estructura de hierro elíptica.

El acceso desde la calle Espoz y Mina estaba decorado con un arco de medio punto, acompañado de esculturas alegóricas al comercio, la riqueza y la elegancia. Bajo ese techo acristalado, los madrileños encontraban tiendas de moda, comercios de lujo y el famoso Bazar de la Villa y Corte.

El fracaso del concepto de galería comercial en Madrid
A pesar de su diseño innovador, el Pasaje Comercial La Equidad nunca tuvo el éxito esperado. Mientras que en otras capitales europeas estas galerías florecían, en Madrid el buen clima y la falta de una cultura de consumo de lujo jugaron en contra.
En 1854, la sociedad de Matheu entró en liquidación y el pasaje empezó a deteriorarse. Con el paso de los años, la bóveda de cristal se fue resquebrajando, permitiendo la filtración de agua de lluvia. Finalmente, en 1874, la estructura acristalada fue retirada y el espacio pasó a convertirse en una simple calle peatonal. Desde entonces, comenzó a conocerse como Pasaje Matheu, en honor a su creador.

El resurgir del pasaje con los cafés franceses
Aunque el comercio de lujo fracasó, el pasaje encontró una nueva vida con la llegada de dos cafés de inspiración francesa:
- Café de París: frecuentado por monárquicos y conservadores.
- Café de Francia: punto de encuentro de republicanos y exiliados políticos franceses.
Ambos cafés fueron pioneros en introducir terrazas al aire libre en Madrid, aunque en aquel tiempo no fueron bien recibidas. El cronista Pedro de Répide llegó a calificarlas como un “intolerable abuso”, ya que las mesas ocupaban las aceras e impedían el paso de los peatones.
Un episodio polémico en plena Primera Guerra Mundial
En 1915, en el contexto de la Primera Guerra Mundial, los cafés del Pasaje Matheu fueron escenario de un incidente diplomático. Aunque España se mantenía neutral en el conflicto, no era imparcial.
El 14 de julio, un grupo de franceses celebraba en el Café de Francia su fiesta nacional, cuando comenzaron a entonar la Marsellesa. Las autoridades españolas intervinieron de inmediato, desalojando el local y clausurando el pasaje.
Este episodio marcó el inicio del fin para los cafés del Pasaje Matheu. En los años 20 del siglo XX, ambos establecimientos cerraron definitivamente.
El Pasaje Matheu hoy: de boulevard a zona de tapas
En la actualidad, el Pasaje Matheu conserva su ambiente animado, pero con una función muy distinta. Lo que una vez fue un pasaje comercial de lujo y un punto de encuentro de la élite cultural, hoy es un popular destino gastronómico donde se sirven pescaíto frito, paella, sangría y gambas.
Pocos de los que lo recorren saben que, hace más de un siglo, este lugar albergó el primer intento de galería comercial cubierta en Madrid. Un sueño de modernidad y exclusividad que nunca llegó a consolidarse.