Político, constructor, inversor, alcalde, empresario, banquero, hombre de negocios, aristócrata y Grande de España de primera clase. En la esquela de fallecimiento publicada por el ABC de la época, se enumeraban todos los títulos y cargos que desempeñó a lo largo de su vida.

Como curiosidad, el marqués de Salamanca murió dos veces. La primera fue en 1834, con solo 23 años, durante una epidemia de peste. Cayó gravemente enfermo y se le dio por muerto, pero despertó instantes antes de ser enterrado: había sufrido un episodio de catalepsia. Su segunda y definitiva muerte tuvo lugar en 1883, en su última morada, el Palacio de Vista Alegre en Carabanchel Bajo, cuando este todavía era un municipio independiente de Madrid. Falleció totalmente arruinado.
José María de Salamanca y Mayol nació en Málaga en 1811. Desde joven, se implicó en los movimientos políticos de su tiempo. Estudió Filosofía y Derecho en la Universidad de Granada, donde tuvo contacto con figuras como Mariana Pineda, involucrándose en el pronunciamiento liberal del general Torrijos en 1831. En 1837 fue elegido diputado por Málaga y se asentó por primera vez en Madrid, donde comenzó su meteórico ascenso social y económico gracias al monopolio de la sal, acumulando una de las mayores fortunas de España. Fue Ministro de Hacienda y llegó a ganar en un solo día 30 millones de reales en la Bolsa gracias a información privilegiada vinculada a un pronunciamiento militar liderado por Martín Zurbano.

Durante el gobierno de Narváez, tuvo que exiliarse debido a irregularidades en su gestión como ministro. En 1851 inauguró uno de sus grandes proyectos: el ferrocarril Madrid-Aranjuez. En aquella época vivía en el Palacio del Paseo de Recoletos, hoy sede del BBVA.

Durante el Bienio Progresista (1854-1856), fue senador vitalicio y participó en numerosos proyectos financieros y urbanísticos, algunos exitosos y otros desastrosos, como el Banco de Isabel II. A partir de 1860, su fortuna empezó a declinar. Sin embargo, esta época coincidió con la creación del primer ensanche de Madrid, que hoy lleva su nombre: el Barrio de Salamanca. Este proyecto, en el que invirtió cerca de 400 millones de reales, acabó arruinándole y le obligó a vender gran parte de su colección de arte, adquirida por José de Madrazo para las colecciones reales.

En sus últimos años, continuó deshaciéndose de propiedades y acciones ferroviarias. En 1881, durante una estancia en San Sebastián, su salud empeoró gravemente, lo que le llevó a regresar a Madrid. Falleció en su Quinta de Carabanchel, solo y sin amigos, acompañado únicamente por su fiel mayordomo. Sus deudas y las enemistades generadas en el proyecto del Barrio de Salamanca le dejaron sin apoyo, aunque se sabe que el rey Alfonso XII llegó a interesarse por él y se hizo cargo de algunas de sus deudas. Tras su muerte, el Palacio de Vista Alegre, su última propiedad, pasó al Estado como parte del pago de esas deudas.

EL PALACIO DE VISTA ALEGRE
El origen del Palacio de Vista Alegre se remonta a una finca propiedad de don Higinio Antonio Llorente, médico de Carlos IV, en 1802. Tras la invasión francesa, la finca fue vendida al comerciante Francisco Ignacio de Bringas, creador del Jardín de Apolo. En 1823, el matrimonio formado por Pablo Cabrero y Josefa Martínez Artó adquirió la propiedad y la transformó en una quinta de recreo público, dándole el nombre de Vista Alegre. Inaugurada en 1824, la finca contaba con casino, casa de baños, huerta, jardines y espacios de juegos, aunque el negocio resultó ruinoso.

En 1832, la reina María Cristina de Borbón compró la finca y la amplió considerablemente, alcanzando una extensión de 50 hectáreas. Se construyeron edificaciones como la Estufa Grande, la Biblioteca, la Casa de Bella Vista, la Capilla, el Castillo Viejo y una ría navegable con isla, entre otras. Más tarde, comenzó la construcción de un nuevo palacio, conocido como el Palacio de Vista Alegre, que se convertiría en uno de los complejos más destacados de la época por su arquitectura y sus jardines.
En 1859, el marqués de Salamanca adquirió la finca por dos millones y medio de reales. Con la dirección del arquitecto Narciso Pascual y Colomer, el palacio alcanzó su máximo esplendor, con interiores suntuosos decorados con valiosas obras de arte y esculturas, destacando el Salón Árabe, aunque este ha sido transformado en la actualidad.
Tras la ruina del marqués, el Palacio de Vista Alegre dejó de ser una finca de recreo y se convirtió en su residencia principal. Allí falleció en 1883. En 1886, la finca fue cedida al Estado por sus herederos como parte del pago de sus deudas, transformándose posteriormente en un gran complejo destinado a usos asistenciales y docentes.