El 5 de noviembre de 1901, «La verbena de la Paloma» debutaba en París, cautivando a la audiencia francesa con su letra de Ricardo de la Vega y la vibrante música de Tomás Bretón. Este estreno marcó el primer éxito internacional para una zarzuela, consolidando el reconocimiento del género fuera de España.

Un Sainete Lírico con Raíces Costumbristas
«La verbena de la Paloma» pertenece al género del sainete lírico, una tradición que se remonta al siglo XVII y que alcanzó su auge en el siglo XVIII. Este género se caracteriza por obras breves que recrean escenas de la vida cotidiana con un toque benevolente y costumbrista, lejos de caer en la burla. Los sainetes no sólo representaban pequeñas historias, sino que capturaban el alma y las tradiciones de los barrios populares.
Estrenada en Madrid en el Teatro Apolo el 17 de febrero de 1894, el título de la zarzuela hace referencia a la tradicional verbena madrileña en honor a la Virgen de la Paloma. En un solo acto, la obra muestra la vida de los personajes en un ambiente festivo y popular, con el conflicto romántico entre Julián y Susana en el centro de la historia. La trama se desarrolla entre chulapas y chulapos, guardias, serenos, y el famoso boticario don Hilarión, quien desencadena los celos de Julián con su insistente galantería.

El Retrato de una España Costumbrista y Alegre
La zarzuela capta con autenticidad el ambiente de un barrio madrileño en pleno agosto, cuando se celebra la verbena que da título a la obra. Los personajes, desde taberneros hasta chulos, aportan un colorido que Bretón realzó con su música, en la que destacan temas inolvidables como la habanera «¿Dónde vas con mantón de Manila?» y el coro de chulapas y chulapos, hoy parte de la memoria colectiva española. La trama se basa en una historia real conocida por de la Vega, inspirada en un cajista de imprenta que sufrió un romance similar al de Julián.
Originalmente, el libreto iba a ser musicalizado por Ruperto Chapí, quien lo rechazó, y finalmente pasó a manos de Tomás Bretón. Aunque en un inicio dudaba de su capacidad para un sainete, en tan solo diecinueve días compuso la partitura, consiguiendo que «La verbena de la Paloma» se convirtiera en un referente de la zarzuela. Desde su estreno en Madrid hasta su éxito en París, la obra alcanzó una fama que sigue viva en el repertorio popular, evocando un Madrid castizo lleno de vida y personajes entrañables.
