Efemérides

Descubre la Historia Oculta de la Iglesia de San Millán en Madrid: 24 de Septiembre de 1722

En Callejeartemadrid nos vamos de ruta por uno de los barrios más antiguos de Madrid: el llamado «arrabal de San Millán», situado extramuros del primitivo Madrid, alrededor de la actual calle de Toledo, como poblamiento anejo a la ermita de San Millán, que más tarde se convertiría en iglesia.

El arrabal y su posterior ampliación a partir del siglo XV se extendían a ambos lados de la «cerca» de San Millán y del portillo del «camino de Toledo», justo al sur de la «dehesa de la Encomienda», el espacio que hoy ocupa la Plaza de la Cebada. Al este, se traza la calle de San Millán, que toma su nombre de la ermita. Se considera el último arrabal de Madrid, anterior a las ampliaciones de la Villa, que se convertiría en capital de corte en 1561.

La ermita existía en Madrid desde la época del rey Alfonso VI. Se encontraba en terrenos y viñedos del mayorazgo de don Francisco Ramírez, conocido como «el Artillero», esposo de Beatriz Galindo «La Latina», preceptora de los hijos de los Reyes Católicos. Pasó de ser ermita a iglesia para celebrar el culto del cercano convento-hospital de la Pasión.

Parece ser que primeramente hubo una ermita dedicada a San Millán, situada extramuros. Posteriormente, se levantó la primera iglesia de San Millán, que servía para el culto del cercano convento-hospital de la Pasión.

El 14 de marzo de 1720, la iglesia sufrió un incendio debido al descuido de no apagar las luces puestas en el altar para reservar el Viático, que había salido a visitar a una enferma. Dos años después, el 27 de septiembre de 1722, se levantó una nueva iglesia, que sería derribada definitivamente en 1869 para ensanchar la Plaza de la Cebada.

En 1805, la iglesia se convirtió en parroquia independiente. En 1869, durante los años del Sexenio Revolucionario, para abrir la Plaza de la Cebada, la parroquia de San Millán fue trasladada a la iglesia del antiguo convento de San Cayetano, en la calle Embajadores. Desde entonces, se le conoce como la iglesia de San Millán y San Cayetano. En el solar que quedó tras el derribo se construyó una casa de viviendas, y en su planta baja estuvo el famoso Café San Millán.

La ermita estaba bajo la advocación de San Millán Abad y pasó a ser iglesia en 1591 como aneja de la cercana parroquia de San Justo, ya que esta se había vuelto demasiado extensa y contaba con muchos feligreses. En 1612, la iglesia fue ampliada con una capilla mayor, financiada por la Congregación del Santo Cristo de las Injurias, y en 1722 fue reedificada por Teodoro Ardemans tras sufrir el incendio. El 24 de septiembre, se colocó de nuevo la imagen del Santísimo Cristo de las Injurias.

La construcción de Ardemans tenía planta de cruz latina y una sola nave, con una fachada sencilla rematada por un frontón triangular. A la izquierda, había una torre, y la fachada principal contaba con una rica portada de dos cuerpos. En 1676, la Congregación del Cristo de las Injurias encargó el altar mayor, donde se colocó la famosa imagen del Cristo, cuyas cenizas se guardaban en el interior. Según la leyenda, unos judíos quemaron un crucifijo en 1630 en la calle de las Infantas, y esa imagen era la preferida por el Santo Oficio para presidir los Autos de Fe en la Plaza Mayor de Madrid.


Ultrajes al Crucifijo, o Cristo de las Injurias - Colección - Museo  Nacional del Prado

El altar mayor costó 14.500 ducados. Durante las obras, la imagen del Cristo permaneció en el oratorio de la Virgen de Gracia. La nueva efigie del Cristo de las Injurias fue realizada por Raimundo Capuz, y dentro de ella se colocaron las cenizas de la anterior. Desde entonces, cada Viernes Santo, entre las cinco y seis de la mañana, la Congregación sacaba la sagrada imagen en procesión hasta el convento de la Paciencia, donde se predicaba la Pasión. En 1745, se acordó que solo procesionara por las calles del barrio, pero en 1759, el arzobispo de Toledo, el cardenal Luis de Córdoba, ordenó que la procesión cesara para siempre. El nuevo retablo del altar mayor incluía cuatro estatuas de profetas, obra de Roberto Michel, y en uno de los altares laterales se encontraba una Concepción, de Antonio Palomino.

¿Quién fue San Millán?
También conocido como Emiliano (Berdejo 473 – Monasterio de San Millán de Suso 574), fue un ermitaño y discípulo de Felices de Bilibio, considerado santo. Las reliquias de ambos santos se conservan en el Monasterio de San Millán de Yuso. Millán, hijo de un pastor, ejerció este oficio hasta los 20 años. Luego tuvo una conversión ascética, eligiendo ser eremita en un lugar apartado en la vertiente oriental de la sierra de la Demanda. Excavó su propia celda y vivió allí como asceta hasta su muerte.

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