El 27 de agosto de 1635 falleció Lope de Vega, nacido en 1562, a la edad de 73 años, en su casa de la calle Francos, en el Barrio de las Letras.
El día 24 de agosto, Lope se levantó temprano, dijo misa, cuidó de su jardín como hacía cada día y se encerró en su estudio para trabajar. Por la tarde, asistió a unas conclusiones de Medicina y Filosofía en el Seminario de los Escoceses, durante las cuales sufrió un desmayo. Un médico amigo lo atendió y lo llevó a su casa, donde le practicaron una sangría. Al día siguiente, aún tuvo fuerzas para escribir un poema y un soneto, y recibió la visita del médico de cámara de Su Majestad, quien recomendó que se le administrara el Santísimo Sacramento.
El domingo 26 de agosto, Lope hizo testamento, nombrando a su hija Feliciana como heredera. Se despidió de sus amigos y recibió la extremaunción. Al día siguiente, a las cinco y cuarto de la tarde, murió. Las honras fúnebres duraron nueve días y sus restos fueron depositados en la iglesia de los artistas, San Sebastián.
Se dice que el cortejo fúnebre pasó por delante de las rejas del convento de las Trinitarias de San Ildefonso, donde profesaba su hija, Sor Marcela de San Félix, quien pidió ver el sepelio camino de la iglesia. El duque de Sessa organizó y pagó las honras fúnebres. La venerable congregación de los sacerdotes de Madrid portó el féretro, que, por petición expresa de Sor Marcela, pasó frente al Convento de las Trinitarias Descalzas.
El cortejo salió de la calle de Francos y giró a la derecha hacia la calle de San Agustín. Desde allí, a menos de 100 pasos, se podían ver las celosías de las Trinitarias. La procesión continuó por la calle de Cantarranas hasta la calle León, pasando por las calles Atocha y Huertas, para finalmente llegar a la Iglesia de San Sebastián.
Lamentablemente, sus restos se perdieron en una de las muchas exhumaciones que se realizaban en los cementerios interiores, aunque una placa junto a la Virgen de la Novena, patrona de los actores, nos lo recuerda.
¿De qué murió Lope?
Las investigaciones apuntan a una posible endocarditis infecciosa causada por bacterias en la boca. El propio Lope mencionaba con frecuencia en sus cartas el dolor de dientes que sufría. Episodios inflamatorios bucodentales fueron comunes en su vida. En una carta de 1611, a los 48 años, ya hablaba de su dolor de muelas, y en otra de 1615 comentó: «El dolor de muela es uno de los males que ha acabado con mi vida y mi salud». En una epístola de 1618 escribió que había mandado llamar a un hombre para que le sacara una muela, pero el flemón era tan grande que ya no sabía la causa de su dolor.
Pérez Montalbán, su discípulo, recogió en sus escritos cómo fueron los últimos días de Lope: lo afligía una congoja en el corazón, y el día que enfermó sufrió un síncope, con un pulso muy débil, gran fatiga en el pecho, y tras pasar una mala noche, se levantó con dificultad para respirar, falleciendo poco después. Tres de sus biógrafos coinciden en que el poeta murió a causa de problemas cardíacos, al igual que Cervantes.


