María de la Victoria Dal Pozzo della Cisterna, nacida en París en 1847, vivió solo 29 años, pero su impacto como reina consorte de España y duquesa de Aosta, gracias a su matrimonio con Amadeo de Saboya, fue significativo. Proveniente de una antigua familia aristocrática del Reino de Cerdeña por parte de su padre y emparentada con los Grimaldi de Mónaco por parte de su madre, María recibió una educación completa y dominaba seis idiomas. Residió en el Palacio della Cisterna en Turín y en el castillo de Reano con su familia.
La muerte de su padre en 1864 sumió a su madre en una profunda depresión, negándose a enterrar el cadáver y velándolo todas las noches junto a sus hijas. Esta situación y el tifus que aquejó a su madre llevaron a la muerte de su hermana menor, Beatriz, a la edad de 13 años. Este trágico evento afectó profundamente a su madre, quien cerró el palacio y sometió a María a un riguroso luto y silencio hasta que conoció a su futuro esposo, Amadeo, I duque de Aosta.

La boda tuvo lugar en 1867 en el Palacio Real de Turín, donde María añadió «Vittoria» a su nombre en honor al rey, convirtiéndose en Su Alteza Real, la Princesa María Vittoria de Italia, duquesa de Aosta. Fue reina consorte de España desde 1870 hasta 1873, cuando su esposo aceptó el trono ofrecido por el general Juan Prim, quien fue asesinado poco después de su llegada a España.
El desembarco de la reina consorte tuvo lugar el 17 de marzo de 1871 en Alicante, llegando a Madrid el 19 de marzo. A pesar de las chanzas sobre su nombre y la salud de su esposo, María fue recibida con entusiasmo por los españoles, quienes admiraron su habilidad para hablar en castellano con fluidez y su gracia natural. Fue apodada «La Virtuosa» por su comportamiento ejemplar y discreto, enfocándose en obras de caridad y evitando la política.

Durante su reinado se creó la Orden Civil de María Victoria en 1871 para reconocer los servicios destacados en la educación pública y otras áreas. Sin embargo, con la proclamación de la Primera República en 1873, la orden fue disuelta. Tras el colapso de la monarquía saboyana en España, María partió al exilio en Portugal, donde falleció poco después debido a la tuberculosis. Fue enterrada en la Basílica de Superga de Turín.
A pesar de su dedicación y generosidad, María enfrentó la resistencia de la aristocracia y la iglesia española. Las damas alfonsinas rechazaron su liderazgo, mostrando su descontento con la llamada «rebelión de las mantillas» como forma de protesta contra su reinado extranjero
Una de las anécdotas mas jugosas de estos tiempos fue la llamada «rebelión de las mantillas». A los dos días de la llegada de doña María Victoria a Madrid el duque de Sesto, José Ossorio, celebra su onomástica en su palacio acudiendo el «todo Madrid» alfonsino. Mientras los hombres hablan de política en otro de sus salones, la duquesa Troubetzkoy, esposa del duque, expone al resto de damas sus planes para hacer elocuente el rechazo a la nueva soberana.
