Madrid se llena de júbilo para recibir a su reina Isabel de Borbón, quien llega desde Francia tras su matrimonio por poderes con Felipe IV. En aquel entonces, ella contaba con doce años y él con diez. Isabel era la segunda de los seis hijos de Enrique IV de Francia y III de Navarra, y de María de Médicis. Nació en Fontainebleau el 22 de noviembre de 1602, y su educación en una corte refinada le inculcó una marcada sensibilidad artística y cultural.

Pocos meses después de su nacimiento, fue prometida al príncipe del Piamonte, pero la muerte de este llevó a un segundo compromiso con el futuro rey Felipe IV de España, como parte de un nuevo acercamiento diplomático entre Francia y la Monarquía Hispánica. Se celebraron dobles bodas, ya que también se casaron la infanta Ana Mauricia de Austria, infanta de España, con el entonces rey francés Luis XIII, hermano de Isabel de Borbón.

El intercambio de las princesas tuvo lugar en el Bidasoa el 18 de octubre de 1615. A modo de un cuaderno de viaje, el pintor Paulo van Meullen describió aquel viaje, mientras que el pintor Angelo Nardi inmortalizó el intercambio de las Princesas el 9 de noviembre. Las obras pueden apreciarse en las Galerías Reales, recientemente inauguradas, y la obra del italiano en el zaguán del Monasterio de la Encarnación de Madrid. Sin embargo, el matrimonio no se consumó hasta 1620 en el Palacio del Pardo.

Isabel de Borbón y Felipe IV tuvieron 8 hijos, pero solo sobrevivieron dos: María Teresa, quien se convirtió en reina de Francia tras casarse con Luis XIV, y Baltasar Carlos, que falleció unos días antes de cumplir 17 años.

Aunque fue reina de España desde 1621, la influencia política de Isabel de Borbón fue limitada debido a la presencia del valido Conde-Duque de Olivares. Sin embargo, a partir de 1640, con los movimientos separatistas en Cataluña, Portugal y Andalucía, Isabel asumió tareas de gobernadora en ausencia del rey en el frente. Cumplió con su deber negociando los fondos necesarios para la campaña militar. Se ha sugerido que participó en la caída de Olivares en 1643, pero también influyeron la crisis financiera, las dificultades militares y los opositores del Conde-duque, especialmente don Luis de Haro.

Apasionada por las artes y el teatro, incluso participó en algunas obras que se celebraron en el Palacio del Buen Retiro. Profundamente piadosa, quiso convertir la iglesia de Santa María de la Almudena en la futura catedral de Madrid. Falleció en Madrid el 6 de octubre de 1644 y, aunque no fue madre de rey, descansa en el Panteón de Reyes del Monasterio de El Escorial.

La reina ha sido retratada en varias ocasiones, principalmente por Velázquez. El Museo del Prado conserva varios de estos retratos. Uno de ellos es atribuido a Juan Pantoja de la Cruz, aunque catalogado como anónimo. En él, la reina aparece de más de medio cuerpo, mirando al espectador, con la mano izquierda apoyada en la cadera y la derecha sosteniendo un abanico. Viste un traje gris decorado con flores, con cuello y puños de encaje, y luce joyas de oro, perlas y piedras preciosas, destacando el «Joyel Rico» de la Casa de Austria, del cual cuelga la perla llamada «Peregrina».