El General Riego encabezó el pronunciamiento contra el absolutismo en Cabezas de San Juan el 1 de enero de 1820, lo que supuso el comienzo del Trienio Liberal, con una vida corta, de tan solo tres años, acabando también con la vida del general, pues sería ejecutado públicamente.
Fernando VII había buscado apoyo familiar para imponer de nuevo el Antiguo Régimen, el duque de Angulema llegó a España al mando de los llamados «Cien Mil Hijos de San Luis». Riego como jefe del III Cuerpo de Ejército, planteó batalla a los franceses, pero fue derrotado en Jódar (Córdoba), además de ser herido, intentó huir, fue traicionado, hecho prisionero en La Carolina a mediados de septiembre de 1823. Trasladado a Madrid, fue llevado a la Cárcel de Corte, hoy Ministerio de Asuntos Exteriores, sometido a un proceso siguiendo lo dispuesto en un decreto de 1 de octubre que condenaba a muerte a los diputados que habían votado la incapacidad y destitución del rey en el mes de junio.

Se pidió la horca y desmembración del cadáver. La cabeza se llevaría a Cabezas de San Juan y distintos pedazos de su cuerpo a Sevilla, la Isla del León en Cádiz y Madrid, es decir, sitios señalados del Liberalismo español. La Sala de Alcaldes de Casa y Corte consideró excesiva la petición y le condenó a morir en la horca con confiscación de bienes.
El 5 de noviembre entró en capilla. Le hicieron creer que si pedía perdón por escrito se le conmutaría la pena capital. Riego estaba en una situación física y anímica deplorable, redactó el documento:
«…. pido perdón a Dios de todos mis crímenes, igualmente imploro la clemencia de mi santa religión, de mi Rey, y de todos los pueblos e individuos de la Nación, a quienes haya ofendido en vida, honra y hacienda… suplicando a la iglesia, al trono, y a todos los españoles…. los auxilios de la caridad española para mi alma»

La ejecución de Riego fue ominosa, sería arrastrado en un serón, sufriendo escarnio público hasta el patíbulo de la Plaza de la Cebada. Salió de la Real Cárcel por la calle del Verdugo, siguiendo por la de Concepción Jerónima. Rodeando el serón estaban los Hermanos de la Paz y la Caridad. Dicen que Riego fue llorando y besando una estampa que portaba. las calles estaban abarrotadas de gente, como cuenta Pérez Galdós en El Terror en 1824. uno de sus Episodios Nacionales. Fue ahorcado y decapitado. Pi y Margall consideró este proceso infame, Riego no merecía el suplicio que padeció, pero también criticó al general por su exceso de notoriedad, la ejecución le convirtió en un «héroe legendario», símbolo de libertad frente al absolutismo, pero había muerto sin valor ni grandeza, así de dura fue su crítica. Finalmente, la Reina Gobernadora María Cristina le rehabilitó oficialmente el 31 de octubre de 1835.
