En un fatídico 3 de octubre de 1664, Antonia Clara, la hija de Lope de Vega y Marta Nevares, encontró su triste final en la más completa soledad.

Todo comenzó a finales de 1616, cuando se hizo público el romance entre Lope de Vega Carpio y D.ª Marta de Nevares Santoyo, esposa de Roque Hernández de Ayala. La historia de amor entre Lope y Marta, alias «Amarilis» o «Marcia Leonarda», como la llamaba el poeta, marcó una época tumultuosa en sus vidas.

A los 13 años, Marta contrajo matrimonio con Roque Hernández de Ayala, una unión desdichada que duró trece largos años. Fue en 1617, a la edad de 26 años, cuando Marta dio a luz a Antonia Clara, fruto de su amorío con Lope. La niña fue bautizada en San Sebastián, marcando así su entrada en el mundo.

La vida de Antonia Clara estuvo marcada por la tragedia y el misterio. En 1634, sufrió la pérdida de su hijo Lopito, quien falleció durante una expedición en Venezuela. Mientras tanto, otra de sus hermanas ingresó en un convento cercano, mientras que Antonia Clara, cegada por su belleza como su madre, se embarcó en una fuga romántica con un galán.

La desaparición de Antonia Clara dejó a Lope de Vega desconsolado y desconcertado. Aunque se sospechó de varios posibles raptores, incluyendo figuras importantes de la corte, el paradero de Antonia Clara nunca fue descubierto. Sin embargo, su conexión con la familia de su madrastra reveló que seguía viva y en libertad, heredando parte de la fortuna de su hermanastra tras su muerte.

La vida de Antonia Clara, marcada por el misterio y la tragedia, continúa siendo objeto de fascinación y especulación hasta el día de hoy.