El 11 de julio de 1920, el mundo perdía a una de sus figuras más fascinantes: Eugenia de Montijo, la última emperatriz de Francia. Conocida por su elegancia, influencia política y labor filantrópica, su legado perdura hasta nuestros días.
Nacida Eugenia de Palafox y Portocarrero, condesa de Teba, en Granada en 1826, Eugenia fue la segunda hija del duque de Peñaranda y Conde de Teba y Montijo, y de una madre escocesa. Desde joven, destacó por su refinamiento y encanto, lo que la llevó a ser una figura prominente en los salones de la alta sociedad parisina.
Su destino cambió cuando conoció a Luis Napoleón Bonaparte, quien más tarde se convertiría en emperador de los franceses. A pesar de la brecha de edad y las críticas de la corte, Eugenia y Napoleón se casaron en una fastuosa ceremonia en 1853, marcando el inicio del Segundo Imperio Francés.
Desde el principio, Eugenia dejó claro que no sería una mera figura decorativa. Participó activamente en la política imperial y se convirtió en regente en tres ocasiones. Su apoyo a causas benéficas y su influencia en la moda hicieron de ella un icono de su época.
Sin embargo, su reputación se vio empañada por su apoyo a la intervención francesa en México, que terminó en desastre para las tropas francesas. A pesar de sus esfuerzos por mejorar la sociedad y promover la investigación científica, fue criticada y vilipendiada como «la española».
Tras la caída del Segundo Imperio y la muerte de Napoleón III, Eugenia vivió el resto de su vida entre Inglaterra y España, dedicada a obras de caridad y retirada de la vida pública. Aunque perdió todo lo que había construido, su legado perdura como símbolo de una era pasada.

Hoy, Eugenia de Montijo es recordada como una figura influyente en la historia de Francia y España, cuyo impacto trasciende el paso del tiempo. Su vida y legado continúan inspirando a generaciones futuras a través de su ejemplo de determinación, elegancia y compromiso con el bienestar de los demás.

Únete a nosotros para honrar la memoria de Eugenia de Montijo, una emperatriz cuyo legado perdura en el corazón de Europa y en la historia del mundo.
