Tras la clausura el 2 de noviembre de la exposición Madrid, Art Decó, 1925 en el Centro Conde Duque, podemos recuperar la historia de este movimiento artístico y su huella en una de las arterias más importantes de Madrid: la Gran Vía, epicentro de la modernidad en 1925. Sus rascacielos, cines, teatros, bares y coctelerías se convirtieron en símbolos de progreso y sofisticación.

El Art Decó surge como fenómeno internacional en París, entre abril y octubre de 1925, convirtiéndose en referencia para diseño de interiores, muebles, vidrio, joyas, moda, cosmética, electrodomésticos y artes gráficas. Fue un movimiento que buscaba fusionar arte y funcionalidad, un arte elegante, práctico y destinado a reproducirse, aunque en series limitadas.

El Art Decó incorporaba nuevos materiales y se inspiraba en civilizaciones como la egipcia y la griega. La egiptomanía, tras el descubrimiento de la tumba de Tutankamón en 1922, dejó su huella en jeroglíficos, motivos dorados y contrastes cromáticos visibles incluso en folletos o dietarios. Todo ello convivía con las vanguardias europeas: cubismo, futurismo, geometría abstracta, alejándose del arte figurativo.

En Madrid, la década de 1920 fue de eclosión cultural y urbanística. El Cine Doré (1923, hoy Filmoteca Nacional) y el Cine Callao (1926) mostraban estrenos emblemáticos, mientras que edificios como el Edificio Carrión o el Teatro Pavón (1925), proyectado por Teodoro Anasagasti, se convertían en escenarios de la música y el espectáculo con artistas como Miguel de Molina, Concha Piquer, Celia Gámez y la Niña de los Peines.

La Gran Vía, con su trazado que remodeló la Plaza de Callao, concentró hoteles, comercios elegantes y espacios de ocio. La electrificación de la ciudad, la regulación laboral de 1919 y 1931 y la influencia del cine norteamericano crearon la cultura del ocio, con terrazas, bares americanos y coctelerías sofisticadas como Negresco, Miami, Zahara, Chicote o Cock. La juventud de los años 20, que escapaba de la Gran Guerra, encontraba en la Gran Vía un centro de diversión, consumo y modernidad, reflejo del Madrid cosmopolita que comenzaba a consolidarse.

En esos años locos de los 20, Madrid superaba el millón de habitantes. La juventud, liberada del horror de la Gran Guerra, buscaba diversión, modernidad y cosmopolitismo. La Gran Vía se convirtió así en el corazón del espectáculo y del ocio, un lugar donde la cultura, la música, el cine y la vida social se entrelazaban, y donde el Art Decó marcaba la pauta estética y arquitectónica de una ciudad que empezaba a mirar al futuro con elegancia.

El Art Decó en la Gran Vía fue mucho más que un estilo decorativo: fue un símbolo de modernidad, progreso y glamour, un reflejo de la transformación social y cultural de Madrid. Entre cines, teatros, bares y coctelerías, se gestaba una nueva forma de vivir la ciudad, donde la elegancia y la funcionalidad se unían en una experiencia urbana que aún hoy sigue fascinando.
