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SOMBREROS CON HISTORIA: LA FAVORITA, UN SIGLO VISTIENDO MADRID

A finales de septiembre de 1894, Teodoro Enguita fundó una sombrerería en plena Plaza Mayor de Madrid, junto a la Casa de la Panadería, cuando todavía se conocía como Plaza de la Constitución y cada paño estaba dedicado a un gremio. El de gorras y sombreros era uno de los más representativos. Con el paso del tiempo, la mayoría de estos comercios desaparecieron; hoy en día solo sobreviven La Favorita y Yustas.

Teodoro había llegado a Madrid en 1890 y comenzó trabajando en la sombrerería Las Tres B. Cuatro años después abrió su propio negocio. Gran amante de la ópera, decidió bautizar su comercio con el nombre de su obra favorita: La Favorita, de Gaetano Donizetti, estrenada en París en 1840 y que diez años más tarde inauguró el nuevo Teatro Real de Madrid ante la reina Isabel II, en su versión italiana.

La tienda pasó a manos de su hijo Maximino y de sus hermanas. El hermano mayor había fallecido de gripe, por lo que el negocio quedó en manos del abuelo de la actual dueña, Marta Enguita, junto con su hermano y su esposo. Así, generación tras generación, la sombrerería ha continuado como un auténtico negocio familiar.

Hoy es la cuarta generación de los Enguita la que mantiene viva la tradición de vestir las cabezas de madrileños y visitantes. Sombreros, gorras y boinas: fieltro en invierno, canotiers o panamás en verano. En una época, Madrid no concebía el buen vestir sin sombrero, como bien reflejó la célebre anécdota de Las Sinsombrero: Maruja Mallo, Margarita Mansó, Dalí y García Lorca, que se atrevieron a pasear sin sombrero por la Puerta del Sol y fueron recibidos con insultos y pedradas.

En los estantes de La Favorita se encuentran chisteras, bombines, borsalinos, fedoras, parpusas, gorras de fieltro y punto, boinas Elosegui o sombreros tradicionales como el de calaña, típico andaluz y utilizado por los bandoleros. Este último aún puede verse en el Mesón de las Cuevas de Luis Candelas, donde los camareros lo lucen junto al clásico trabuco. Además, la tienda ofrece botas de vino y artículos de regalo, siempre presentados con mimo en su mobiliario original de madera y crist

La esencia del local se ha querido conservar intacta: el mismo suelo, las estanterías, mostradores, escaparates y la disposición de los productos. Hasta mediados del siglo XX contaba con taller propio, del que aún se guardan herramientas como tijeras curvadas para las alas de los sombreros, cepillos, medidores de talla y hormas para agrandar piezas.

Con más de 131 años de historia, La Favorita es, tras la sombrerería Medrano (1832), la segunda más antigua de Madrid. Ubicada en el nº 25 de la Plaza Mayor, conserva su encanto y prestigio, con clientes ilustres como Che Guevara, Paco Rabal, Joaquín Sabina o Arturo Pérez-Reverte.

Uno de los episodios más recordados fue la visita de Ernesto “Che” Guevara a Madrid el 13 de junio de 1959. En su breve estancia, de apenas 16 horas, camino de Egipto para asistir a la cumbre de países no alineados, se acercó a la Plaza Mayor acompañado por su chófer, cliente habitual de la tienda. Allí, Maximino Enguita le vendió la icónica boina que inmortalizaría el fotógrafo Alberto Korda en 1960, además de otros modelos que no se sabe si fueron para su uso personal o para regalar.

Aquella boina, aún a la venta por menos de 20 €, sigue siendo un símbolo: “boina sin bandana negra de 12 pulgadas de vuelo, 100% lana, talla única”.

La atención en La Favorita mantiene el espíritu cercano y personalizado de siempre. Su clientela no se limita a Madrid: la tienda tiene gran reconocimiento también en Hispanoamérica y Estados Unidos, manteniendo viva la tradición y la elegancia de un comercio centenario.

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