Apenas a unos pasos de la Puerta del Sol, entre el bullicio de turistas, tiendas y terrazas, se esconde uno de los secretos mejor guardados de Madrid. En la calle Arenal 13, frente al Monasterio de las Trinitarias Descalzas, la Real Parroquia de San Ginés resguarda una joya insospechada: La expulsión de los mercaderes del templo, una de las últimas obras de El Greco, descubierta tras permanecer oculta 283 años.
Una obra maestra que salió de las sombras
Pintada por Doménikos Theotokópoulos, más conocido como El Greco, esta versión del conocido pasaje bíblico es, según expertos como Álvarez Lopera, la más completa y madura de todas las que pintó el artista sobre este tema.
Durante siglos permaneció colgada discretamente en una estancia de la parroquia. No fue hasta 1984, cuando una limpieza encargada por Lopera reveló algo inesperado: la firma del pintor, grabada en la pata de una de las mesas del cuadro.

Deuda, herencias y cofradías
El lienzo llegó a la parroquia en 1701, donado por la Real Cofradía del Santísimo Cristo de la Redención, que lo había recibido como pago de una deuda del hijo de un almirante. La historia está envuelta en episodios de herencias dudosas, propiedades incautadas y una intención piadosa: ofrecer misas y sufragios en favor de las almas.
Aunque se registró en los libros de la cofradía, no volvió a citarse hasta 1815, y no fue hasta el siglo XX cuando el marqués de Santa María de Silvela lo da a conocer al historiador Manuel Bartolomé Cossío, responsable del primer gran catálogo en español sobre El Greco, publicado en 1915.

Exilio, guerra y restauración
Durante la Guerra Civil, la obra fue escondida junto con otras piezas maestras de San Francisco el Grande, el Banco de España o el Monasterio de las Descalzas. En cuanto a su restauración, hay varias versiones: algunos apuntan a un restaurador neoyorquino, otros a Antonio Sánchez Barriga en 1997, experto de la Catedral de Toledo.
Sea como fuere, la obra pasó de estar en un cuarto polvoriento a lucir hoy protegida, restaurada y bien iluminada, visible en uno de los laterales de la iglesia cuando no se celebra misa.

El Greco más espiritual y moderno
El cuadro, de 126 x 48,5 cm, muestra todo lo que hace único a El Greco: figuras estilizadas, composiciones dinámicas, espiritualidad en movimiento. La arquitectura del fondo recuerda al hospital de Illescas, diseñado por el propio artista. Probablemente fue un encargo privado, dada su forma y tamaño, pensado para una capilla doméstica.
Hoy la iglesia de San Ginés presume de su tesoro, en compañía de obras de Alonso Cano, Luca Giordano, Antonio Pereda o Sánchez Coello, formando una de las pocas colecciones eclesiásticas propias que conserva Madrid.

La próxima vez que pases por Arenal, entra a San Ginés. No sólo están los famosos churros, también hay arte escondido, milagrosamente salvado y redescubierto. Porque en Madrid, lo cotidiano esconde lo extraordinario.
