CallejerteMadrid ha disfrutado de una visita guiada organizada por la Comunidad de Madrid al recién restaurado Frontón Beti Jai («Fiesta Alegre»), ubicado en la calle Marqués de Riscal, 7. Esto me llevó a investigar la tradición e interés por el juego de pelota en la capital, y me sorprendió descubrir antecedentes que se remontan al siglo XVII. Acompáñame en este viaje en el tiempo.
Los Orígenes del Juego de Pelota en Madrid
Felipe III, gran aficionado al juego de pelota, disponía de un campo cerca del Alcázar, comunicado mediante un pasadizo cubierto, en la actual Plaza de Isabel II. Este espacio constaba de un conjunto de casas cuya fachada daba a la plaza, permitiendo jugar cómodamente. Su pasión por este deporte fue heredada por Felipe IV.

En el plano de Pedro Teixeira de 1656 aparece este lugar cercano al Alcázar. Asimismo, Alonso Carbonel diseñó un edificio en el Palacio del Buen Retiro destinado al mismo fin: una construcción rectangular con un gran patio central, cubierta a dos aguas, galerías interiores y dos plantas. Sin embargo, este edificio había desaparecido hacia mediados del siglo XVIII.

El juego, sencillo en su esencia, utilizaba palas hechas con una redecilla tensada sobre un arco redondeado. Las pelotas, más grandes que las actuales y rellenas de lana, se lanzaban contra una pared blanca. Las puntuaciones seguían el sistema francés: 15, 30, 45 y juego. Otra variante, conocida como «juego de la palma,» se jugaba sin raqueta, golpeando la pelota con la mano abierta para que superara una cuerda colocada en el centro del campo, similar a la pelota vasca actual. Incluso Goya inmortalizó este deporte en su cartón para tapiz El juego de la pelota a pala, destinado al Palacio de El Pardo y hoy expuesto en el Museo del Prado.

El Auge de la Pelota Vasca y el Beti Jai
A mediados del siglo XIX, la pelota vasca se consolidó como el primer deporte de masas en Madrid. Antes de la Guerra Civil, la prensa madrileña la defendía como el único deporte auténticamente nacional frente a los deportes llegados de las Islas Británicas. En este contexto nació el Beti Jai, inaugurado en 1894 como el tercer frontón de la ciudad. Durante los años 20 del siglo XX, Madrid llegó a contar con 32 frontones.

El auge de la pelota vasca fue breve pero intenso. Las apuestas asociadas a los partidos movían grandes cantidades de dinero, lo que llevó a escándalos por amaños. Esto, sumado a la saturación de eventos y la aparición de nuevas opciones de ocio como el fútbol, el cine o el teatro, marcó su decadencia.

El Beti Jai: Una Historia Singular
El Beti Jai no se limitó a la pelota vasca. Fue escenario de recitales del Orfeón Donostiarra, exhibiciones de esgrima, eventos de la Sociedad Hípica, actos taurinos y mítines políticos. Entre 1904 y 1907, albergó un laboratorio aeronáutico dirigido por Torres Quevedo, donde se probó el «telequino,» un mando a distancia para dirigibles. Posteriormente, entre 1909 y 1919, el Club Sport Vasco celebró partidos en el frontón.

Entre 1919 y 1989, el Beti Jai se alejó del deporte, transformándose en talleres, oficinas y fábricas. Durante la Guerra Civil, se usó como comisaría y cárcel. Más tarde, fue fábrica de escayolas, concesionario de motos Harley-Davidson y, en los años 80, escenario de la película Madrid de Martín Patino.
Con el tiempo, el edificio sufrió abandono y deterioro. Hubo intentos de demolerlo para construir un hotel y un gimnasio. La maleza creció, fue ocupado y sufrió un incendio en el que falleció un vigilante de seguridad.
Un Renacimiento Histórico
Pese a las vicisitudes, el Beti Jai ha llegado hasta nuestros días como una auténtica joya arquitectónica. Gracias a años de rehabilitación, este espacio, testigo de una rica historia cultural y deportiva, ha renacido como un legado que combina tradición, arquitectura y vida.
