En pleno barrio de Almagro, en Madrid, se encuentra uno de los palacios más notables de la capital: el Palacio de Zurbano, situado en la calle Zurbano, 5-7. Este majestuoso edificio, testigo de transformaciones y de acontecimientos históricos, ha sido conocido también como Palacio del Conde de Muguiro y Palacio del Marqués de Casa Riera.
Un encargo aristocrático
El palacio fue diseñado entre 1878 y 1881 por el arquitecto Severiano Sainz de la Lastra, autor también del Banco de España, para el conde de Muguiro, Fermín de Muguiro, y su esposa, hija del pintor Aureliano de Beruete. Construido inicialmente como un «hotel» (denominación de la época para residencias unifamiliares rodeadas de jardines), costó 750.000 pesetas y destacaba por su planta cuadrada, un elegante jardín con pabellones independientes y una decoración interior a cargo de Arturo Mélida, pintor y amigo del conde.
El jardín: un espacio transformado
En su origen, el jardín contaba con una amplia extensión que incluía una estufa metálica y cristalina para plantas, pabellones para cocheras y cuadras, y espacios para animales domésticos. Tras la reforma de Eladio Laredo entre 1915 y 1920, el jardín fue reducido y transformado en un espacio ornamental con setos de boj, laureles, glicinas, y elementos decorativos como una fuente central.

La transformación en un auténtico palacio aristocrático
La ampliación realizada por Eladio Laredo transformó el edificio en un palacio señorial. Se duplicó la superficie del inmueble, se eliminaron las cocheras y se añadió un templete tetrástilo con columnas de granito en la entrada. En el interior, se construyeron nuevos espacios como un salón de baile, una biblioteca y un oratorio neogótico, convertido en despacho.
Aunque gran parte de las pinturas murales originales de Mélida fueron cubiertas, algunas salas como el Salón de los Continentes y el Salón de las Abejas conservaron su esplendor. En la nueva parte, destacan las pinturas de Manuel de Azpiroz.

Una cuna real
El Palacio de Zurbano fue testigo del nacimiento de doña Fabiola de Mora y Aragón, quien más tarde se convertiría en Reina de Bélgica. Una placa conmemorativa recuerda este acontecimiento. La familia Mora y Aragón mantuvo la propiedad hasta 1986, cuando fue vendida al Estado.

Uso actual y restauración
Tras una restauración en 1995-1996, el palacio fue adaptado para ser sede del Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo. Actualmente, pertenece al Ministerio de Fomento y se utiliza para actos protocolarios y de representación.
